THE OBJECTIVE
Gemma Bargues

¿El pueblo primero?

De manías persecutorias está lleno el mundo; ya puedes ser la persona mejor valorada de ese mundo que siempre habrá quien luche por hundir tu reputación y por arrebatarte la corona de rey, aún habiendo cometido las mismas faltas de las que ahora te acusa públicamente; el clásico “a ver quién la tiene más grande” para ganar votos; sí, es política, ese mundo donde todo vale si se trata de lucir la corona más brillante de todas.

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¿El pueblo primero?

De manías persecutorias está lleno el mundo; ya puedes ser la persona mejor valorada de ese mundo que siempre habrá quien luche por hundir tu reputación y por arrebatarte la corona de rey, aún habiendo cometido las mismas faltas de las que ahora te acusa públicamente; el clásico “a ver quién la tiene más grande” para ganar votos; sí, es política, ese mundo donde todo vale si se trata de lucir la corona más brillante de todas.

De manías persecutorias está lleno el mundo; ya puedes ser la persona mejor valorada de ese mundo que siempre habrá quien luche por hundir tu reputación y por arrebatarte la corona de rey, aún habiendo cometido las mismas faltas de las que ahora te acusa públicamente; el clásico “a ver quién la tiene más grande” para ganar votos; sí, es política, ese mundo donde todo vale si se trata de lucir la corona más brillante de todas. ¿Y el bienestar social? Eso es lo de menos.

El titular de la noticia ya lo sentencia, así de claro: Fiscal de Panamá pide 21 años de cárcel para el ex presidente Ricardo Martinelli; al parecer, éste habría interceptado ilegalmente las comunicaciones de decenas de ciudadanos: llamadas, mensajes de WhatsApp, grabaciones de audio… un asalto a la intimidad, vale. Pero digo yo, ¿se han mirado en el espejo, aunque sea de refilón, quienes hacen estas acusaciones? El poder es muy goloso, señores, y a todos nos encanta el dulce, a todos: los últimos cinco presidentes de Panamá han sido acusados por lo mismo, incluido el propio Juan Carlos Varela, actual presidente.

Pero lo grave está detrás y ahora, porque mientras la política sigue actuando de patio de colegio, el propio Gobierno se olvida del bienestar de sus ciudadanos y se dedica en exclusiva a destruir la anterior Administración, a través de procesos que nada tienen de legal, ni de moral.

No abrir hospitales construidos durante el mandato de Martinelli, solo por venganza; provocar un grave estancamiento económico, solo por venganza; permitir la falta de agua potable, el precio desorbitado de la comida y la inseguridad ciudadana, solo por venganza. Pura revancha política que al final recae, como una alfombra pesada, sobre la calidad de vida de todos los panameños y el progreso del país.

«No voy a permitir que ni un centavo de los fondos que le pertenecen a los cuatro millones de panameños se desvíen para nada que no sea servir al pueblo», aseguró Varela en su discurso tras proclamarse presidente. Relea, señor. Relea y asuma.

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