THE OBJECTIVE
Octavio Cortés

El robot en las aulas

La educación está robotizada hace tiempo: la educación moderna no es la lucha por la santidad salvaje, la integridad ajena a todo comercio, el despertar de nuestras sagradas potencias y la conciencia de nuestra libertad y dignidad. Al contrario: es un método industrial de producción de ganado adoctrinado, en estado de permamente hipno-sumisión.

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El robot en las aulas

La educación está robotizada hace tiempo: la educación moderna no es la lucha por la santidad salvaje, la integridad ajena a todo comercio, el despertar de nuestras sagradas potencias y la conciencia de nuestra libertad y dignidad. Al contrario: es un método industrial de producción de ganado adoctrinado, en estado de permamente hipno-sumisión.

Leemos que por primera vez un robot (en concreto uno llamado Xiaomei) imparte clases en la Universidad Jiujiang. Que nadie se engañe: profesores robotizados ya los tenemos hace tiempo. Y alumnos robotizados.

La educación contemporánea contiene desde su (maculada) concepción sospechosos rasgos de industrialización. Los cuadros horarios con fichas intercambiables, los itinerarios como flujos productivos, la orientación a resultados cuantificables, la absoluta automatización de las rutinas escolares.

La Sociedad Tecno-Industrial (nombre con que eufimísticamente nos referimos al Leviatán) consiste en un entramado de sumisión humana al cartesianismo mecánico más aséptico. El Estado Moderno nace de la Abstracción: la ley frente a la violencia directa, la sublimación ideológica frente a la voz comunitaria, la Razón frente a la Revelación, el frío policial frente el vértigo místico.

La educación está robotizada hace tiempo: la educación moderna no es la lucha por la santidad salvaje, la integridad ajena a todo comercio, el despertar de nuestras sagradas potencias y la conciencia de nuestra libertad y dignidad. Al contrario: es un método industrial de producción de ganado adoctrinado, en estado de permamente hipno-sumisión.

Hoy se debate sobre los padres que se niegan a que el Estado vacune a sus hijos. Pues bien, esa batalla es una broma al lado de la lucha por la Libertad de Educación. Nunca antes de los Totalitarismos de principios del siglo XX nadie había planteado el viejo sueño platónico de que el Estado educara: los vencedores creyeron que al consolidar y mantener la Educación Obligatoria Universal habían creado una vacuna contra la tiranía, cuando en realidad habían instaurado su mejor y más indispensable herramienta.

Hoy ya es tarde, seguramente, excepto para unos pocos libertarios que somos tomados a broma. El Leviatán no va a soltar la presa. El gobierno es el arte del control de masas; es eso y sólo eso. Y al parecer basta que se les diga a las masas que todo el condicionamiento pavloviano a las que se les somete es por su bien (por la Educación, el Progreso, la Justicia Social, lo que sea). Al parecer es así de sencillo.

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