THE OBJECTIVE
José Carlos Rodríguez

El tiempo de la Tierra

La Universidad de Carnegie Mellon y el Foro Económico Mundial han creado una aplicación en la que se pueden ver imágenes de la Tierra, deformadas para adaptarlas al plano de las pantallas, y expuestas de forma sucesiva con el paso de los años. Los autores tienen la desfachatez de llamar a la aplicación EarthTime, pese a que los tiempos de nuestro esférico suelo se miden en eones, y no en años; los que transcurren entre 1984 y 2016. Apenas una generación. Quien quiera acercarse al juguete, verá que es bastante decepcionante. Apenas se aprecian más que algunos cambios. ¿Qué cabe esperar de escoriar las últimas vetas del tiempo?

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El tiempo de la Tierra

La Universidad de Carnegie Mellon y el Foro Económico Mundial han creado una aplicación en la que se pueden ver imágenes de la Tierra, deformadas para adaptarlas al plano de las pantallas, y expuestas de forma sucesiva con el paso de los años. Los autores tienen la desfachatez de llamar a la aplicación EarthTime, pese a que los tiempos de nuestro esférico suelo se miden en eones, y no en años; los que transcurren entre 1984 y 2016. Apenas una generación. Quien quiera acercarse al juguete, verá que es bastante decepcionante. Apenas se aprecian más que algunos cambios. ¿Qué cabe esperar de escoriar las últimas vetas del tiempo?

Con todo, sí hay un cambio espectacular en el paisaje, y es la cicatriz que deja la retirada del Mar de Aral o del Lago Sariqamish. Son ambos víctimas de la decisión del régimen socialista de la URSS de producir algodón. Esta decisión adoptada en un despacho exigía una irrigación intensa, que llevó al desvío del curso de los ríos Syr Darya y Amu Darya, que secularmente habían amamantado al mar de Aral. El resultado es una de las mayores catástrofes medioambientales causada por el hombre, que convirtió una reserva de agua dulce en una árida mina de sal. Si los campesinos hubiera podido decidir libremente la producción de algodón, la habrían descartado como la alucinación de un loco. Y Rusia importaría el algodón de un lugar más propicio.

Otra de las heridas apreciables es la de la retirada de los bosques tropicales. La superficie boscosa global merma lentamente, a un ritmo que es más pausado según se suceden las décadas. Más interesante que eso es observar que el bosque templado, el que tenemos por ejemplo en Europa, no hace más que crecer, mientras que es el tropical el que remite. El hombre ha ido ganándole terreno al bosque para cultivar la tierra, o extractar de ella los preciados minerales que guarda celosamente en sus entrañas. Pero a medida que su economía se ha ido haciendo más compleja, esas bastas formas de producción han perdido en importancia. Y los bosques, con lenta pero jovial cadencia, han ido ganando terreno. Los economistas, que todo lo miden, calibran que cuando la renta media alcanza la vecindad de los 4.500 dólares al año, se produce esa transición que deja atrás las dentelladas al bosque, y permite su recuperación. Esperemos que ocurra lo mismo con el bosque tropical.

Y que EarthTime siga contando los años como segundos para que lo podamos ver con la prisa que nos imprime internet.

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