THE OBJECTIVE
Blas Pinar Pinedo

El Toisón de Suárez ¿para Rubalcaba?

Al degenerar la calidad de los monarcas, degeneró también su prestigio. No sería extraño, pues, que la devolución del Toisón de Suárez sirviera para premiar a Rubalcaba. Todo recobrará, entonces, un nítido sentido.

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El Toisón de Suárez ¿para Rubalcaba?

Al degenerar la calidad de los monarcas, degeneró también su prestigio. No sería extraño, pues, que la devolución del Toisón de Suárez sirviera para premiar a Rubalcaba. Todo recobrará, entonces, un nítido sentido.

El empalago ha sido demencial. Una famosa periodista le ha calificado como el mejor rey de toda la Historia de España. Hasta un ex presidente, al que por cierto el rey hizo la vida imposible, le da las gracias por todo lo que nunca hizo por nosotros.

Hoy todo se sabe: detrás de la abdicación se esconden demasiados negocios y demasiados amores. Y también se intuyen problemas internacionales que la avaricia y la campechanía de Juan Carlos I ha generado entre poderosos gobiernos. Qué mentira lo del gran embajador. Con todo desmoronándose, con todas las vergüenzas al descubierto, ¿por qué tantos siguen mintiendo?
La orden del Toisón de Oro, fundada en 1429, ha sido una de las más prestigiosas de Europa. Aunque ligada a Francia, nuestros reyes fueron grandes maestres de la orden desde Felipe I, rey de Castilla, porque era duque de Borgoña. Al degenerar la calidad de los monarcas, degeneró también su prestigio. Ha sido tal la descomposición de su significado que una periodista lo ha solicitado para Alfredo Pérez Rubalcaba.

El juancarlismo se ha sustentado sobre un pacto con sus enemigos, que hoy sacan la guillotina pero que si aplicáramos sus criterios ellos también merecerían. Porque la Transición se basó, no en ese acuerdo ideal para convivir, sino en un pacto para repartirse la tarta de forma equilibrada, pero la crisis que vivimos ha destapado la estafa. La izquierda sigue utilizando la República, una bella oportunidad para salvar la Nación, para imponer su totalitarismo. No olvidamos que la izquierda es responsable, como parte fundamental del viejo pacto, de los males actuales. Resulta que ahora todos abdican del consenso porque nadie quiere hacerse responsable del fracaso del sistema de 1978. No sería extraño, pues, que la devolución del Toisón de Suárez sirviera para premiar a Rubalcaba. Todo recobrará, entonces, un nítido sentido.

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