THE OBJECTIVE
Manuel Aguilera

El “Watergate” de Marco Rubio

A Rubio le falta discurso político, pero sobre todo hechos, pruebas de gestión y resultados en lo que todavía es una incipiente carrera como senador. Es eficiente en los discursos, buen orador, aunque en su prueba de fuego dando la réplica a Barack Obama en el Estado de la Unión en 2013, se le secó la boca y tuvo que echar mano de una botella de agua provocando lo que las redes sociales bautizaron como su propio #Watergate.

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El “Watergate” de Marco Rubio

A Rubio le falta discurso político, pero sobre todo hechos, pruebas de gestión y resultados en lo que todavía es una incipiente carrera como senador. Es eficiente en los discursos, buen orador, aunque en su prueba de fuego dando la réplica a Barack Obama en el Estado de la Unión en 2013, se le secó la boca y tuvo que echar mano de una botella de agua provocando lo que las redes sociales bautizaron como su propio #Watergate.

Creo que la única persona dentro de los Estados Unidos que piensa que Marco Rubio puede llegar algún día a ser presidente es el propio Marco Rubio.  Ni siquiera tengo claro que su condición de cubanoamericano le garantice el voto masivo de este poderoso colectivo que pincha y corta en el sur de la Florida.

A Rubio le falta discurso político, pero sobre todo hechos, pruebas de gestión y resultados en lo que todavía es una incipiente carrera como senador.  Es eficiente en los discursos, buen orador, aunque en su prueba de fuego dando la réplica a Barack Obama en el Estado de la Unión en 2013, se le secó la boca y tuvo que echar mano de una botella de agua provocando lo que las redes sociales bautizaron como su propio #Watergate.

Anécdotas aparte, el principal obstáculo para Rubio en las primeras tiene un apellido mucho más presidencial que el suyo, también habla español y tiene su principal apoyo también en la Florida.

Jeb Bush fue gobernador durante ocho años en Florida y su gestión es recordada positivamente. En el asunto migratorio es más abierto que Rubio y es mucho más conocido más allá de las fronteras estatales. He sido testigo en diversos eventos de cómo el “aplausómetro” de la comunidad cubanoamericana del sur de la Florida recibía un discurso de Bush y otro de Rubio.

El hijo y hermano de George le ganó por sonora goleada y parece que esos aplausos se traducirán en muchos más millones para desarrollar su campaña.

Si Marco Rubio no quiere vivir un “Watergate” más dañino del que sufrió contra Obama, al que le acabó incluso sacando partido con sentido del humor, debe ir preparando un Plan B para posicionarse tras su más que posible derrota.

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