THE OBJECTIVE
Hermann Tertsch

En armonía al desastre

En algún momento se va a producir la catástrofe. Puede bien pasar en algún punto de ese largo trayecto que lleva desde Turquía hasta Alemania y por el que transitan en estos momentos en torno a 150.000 individuos, en su mayoría hombres en edad militar, pero también muchas mujeres y niños. Bajo condiciones meteorológicas cada vez peores.

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En armonía al desastre

En algún momento se va a producir la catástrofe. Puede bien pasar en algún punto de ese largo trayecto que lleva desde Turquía hasta Alemania y por el que transitan en estos momentos en torno a 150.000 individuos, en su mayoría hombres en edad militar, pero también muchas mujeres y niños. Bajo condiciones meteorológicas cada vez peores.

En algún momento se va a producir la catástrofe. Puede bien pasar en algún punto de ese largo trayecto que lleva desde Turquía hasta Alemania y por el que transitan en estos momentos en torno a 150.000 individuos, en su mayoría hombres en edad militar, pero también muchas mujeres y niños. Bajo condiciones meteorológicas cada vez peores. El otoño de los Balcanes puede ser peor que muchos inviernos. Es más que probable que pronto tengamos una desgracia. Y entonces no hablaremos de un niño llevado a la fama por morir en la playa griega mientras decenas de miles de niños morían en el anonimato bajo las bombas de Assad o de frío en el desierto. Ni hablaremos de una docena o veinte o cien o mil ahogados en el Mediterráneo porque los traficantes actúan con plena impunidad en Libia y en Turquía. Hungría ha cerrado sus fronteras con vallas y ejército. Eslovenia ha mandado ya también tropas a las suyas tras cambiar sus leyes de un día para el otro en plena angustia por una situación de emergencia fuera de control. Croacia advierte que cerrará sus fronteras meridionales si Eslovenia cierra las suyas. Serbia está igual. En Austria también es evidente la intención de dejar pasar solo a quienes pueda hacer cruzar su frontera septentrional para salir del país. Pero nadie quiere que entren sin garantías de que van a salir. Y vienen más.

En Siria mientras, la intensificación de los bombardeos rusos y las ofensivas terrestres de las tropas del presidente Assad que ha favorecido la masiva intervención directa de Vladimir Putin en esta guerra, han causado tal terror que ya está en marcha una gran oleada, aun mayor de lo prevista en un principio, de sirios en fuga. Y la inmensas mayoría de estos no van a quedarse a languidecer en campos de refugiados en Turquía, Líbano o Jordania sino que emprenderán directamente su peregrinación hacia esa patria de Angela Merkel, la heroína de todos ellos, esa Alemania rica y generosa que los acoge con regalos y aplausos en las estaciones de ferrocarril como todos han podido ver por televisión. Vamos a tener una catástrofe porque será imposible evitarla a la larga si proliferan multitudes desesperadas sin vuelta atrás, atascadas en fronteras en las que se le niega el paso pero nunca se les va disuadir de la forma en que se disuade en la región de la que proceden. 

En Alemania la situación se deteriora día a día. Ha enmudecido el entusiasmo de aquellos que salieron a millones a las calles alemanas a ayudar a centenares de miles de recién llegados. Lo hacían con voluntad de ayudar, llevados por la confianza y la misma idea de Angela Merkel de que ante aquella situación trágica los alemanes iban a dar una lección y un ejemplo al mundo. Fue una reacción generosa y conmovedora por bondadosa en extremo. Pero también …¡Otra vez las tentaciones alemanas del exceso del ideal! Y otra vez la impresión general de que la generosidad sin fin es proponerse simplemente demasiado. Y que el entusiasmo por alcanzar el cielo puede acabar en los infiernos. Algunos ya se ven. Alemania y Suecia son los dos países favoritos para unos refugiados a los que en contra de todas las reglas se les ha permitido discriminar entre países y elegir destino. En estos dos países, ricos y generosos, comienzan a darse indicios de rebelión social. La sociedad se ha dividido dramáticamente entre partidarios y detractores de la política actual de inmigración. Se insultan y descalifican de forma jamás vista en democracia y la hostilidad entre ambos bandos es cada vez mayor en estos dos países. En otros países europeos, especialmente en el este, donde no han recibido ni un refugiado aun, se moviliza la sociedad en un movimiento de rechazo que es amplísimo. Países que habrían aceptado cualquier imposición económica de reformas o austeridad económica impuesta por la Unión Europea, se rebelan contra las intenciones de Angela Merkel de hacer un reparto equitativo de los refugiados. Todos creen saber, la sociedad alemana también, que la canciller es la principal causante del flujo incesante de inmigrantes. Y todos comienzan a entender, sobre todo en Alemania, que hay que ponerle fin en esta intensidad porque amenaza con llevar al colapso a las ciudades y pueblos. Vamos a tener una catástrofe que puede comenzar por un accidente. Pero que será lógica consecuencia de los actos de nuestros dirigentes y nuestras sociedades en los pasados meses, años y décadas. Porque la debilidad de Europa, la política, la militar, pero ante todo la moral que impide la superación de las anteriores, han dejado al continente a merced de los acontecimientos, sin control ni iniciativa ni poder sobre los mismos.  

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