THE OBJECTIVE
Ferran Caballero

El enemigo ideal

Es de gran interés el perfil que le hizo Jabois a Joan Tardà. Me gustó ver cómo recuperaba las palabras con las que José Bono defendió a Tardà tiempo atrás, después de oirle gritar «¡muerte al borbón!». «Es una persona muy emotiva. Muy primaria…», dijo Bono, en lo que constituye la perfecta defensa del enemigo. Se daba aquí eso tan habitual de insistir en que los polos opuestos se atraen y que hay una cierta simpatía entre extremos que cuesta más encontrar entre las gentes moderadas pero seriamente discrepantes. Es la simpatía que suscita el enemigo cuando representa exactamente y hasta el más mínimo detalle la caricatura que creemos combatir. Es la simpatía que despierta Tardà en Madrid desde tiempos ha y que ya no debe andar muy lejos de despertar Rufían. Y es la simpatía más peligrosa de todas, porque es la que confirmando nuestros prejuicios nos impide liberarnos de ellos y mantener algo así como una conversación o una convivencia medianamente civilizada. 

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El enemigo ideal

Es de gran interés el perfil que le hizo Jabois a Joan Tardà. Me gustó ver cómo recuperaba las palabras con las que José Bono defendió a Tardà tiempo atrás, después de oirle gritar «¡muerte al borbón!». «Es una persona muy emotiva. Muy primaria…», dijo Bono, en lo que constituye la perfecta defensa del enemigo. Se daba aquí eso tan habitual de insistir en que los polos opuestos se atraen y que hay una cierta simpatía entre extremos que cuesta más encontrar entre las gentes moderadas pero seriamente discrepantes. Es la simpatía que suscita el enemigo cuando representa exactamente y hasta el más mínimo detalle la caricatura que creemos combatir. Es la simpatía que despierta Tardà en Madrid desde tiempos ha y que ya no debe andar muy lejos de despertar Rufían. Y es la simpatía más peligrosa de todas, porque es la que confirmando nuestros prejuicios nos impide liberarnos de ellos y mantener algo así como una conversación o una convivencia medianamente civilizada.

Es lo que nos recuerda Bono y es lo que pasó en algo que sería ahora de una gravedad inexcusable pero que Tardà saldó con unas disculpas por elevación, diciendo que se refería a la institución y no a la persona. Así se demuestra que Tardà es el enemigo perfecto porque te amenaza como revolucionario enloquecido y se disculpa como niño avergonzado. Y así te da la razón al considerarlo un peligro sin darte el trabajo de defenderte ni de discutir con él. Tardà es el enemigo que cualquiera querría tener, porque tanto con sus bravuconadas como con sus disculpas y matices vuelve ridícula cualquier amenaza que pretenda defender. Tardà pide a gritos que se nos tomen en serio a los catalanes y pide a gritos que no se lo tomen demasiado en serio y lo que tiene más mérito es que unos gritos y los otros son exactamente los mismos.

Tardà se disculpa por los errores cometidos a sabiendas diciendo que todos cometemos errores y se quita importancia diciendo un ya saben ustedes que a veces soy un poco temperamental. Y así las cosas, se diría que a Tardà y a los suyos les ha dado un ataque de modestia – porque a la fuerza ahorcan. Y así, de tanto quitarse y de tanto quitarle importancia a lo que dice y a lo que hacen, acabaremos descubriendo que con Tardà y los suyos sí que se puede negociar – porque lo que no se puede es dialogar.

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