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El Efimeronauta

Entre Miley Cyrus y Amando de Miguel

Te observo, te leo, te sigo en Twitter y lo cuento, antes de que la actualidad engulla tus opiniones sobre lo que ocurre en el mundo

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Entre Miley Cyrus y Amando de Miguel

Te observo, te leo, te sigo en Twitter y lo cuento, antes de que la actualidad engulla tus opiniones sobre lo que ocurre en el mundo

Persona, animal, o cosa. La gente se pregunta qué es exactamente Miley Cyrus. Nuestros lectores también. Pero no se ponen de acuerdo. En Facebook, Joan Manuel Muñoz, bastante más generoso que Risto Mejide, asegura que la joven «canta francamente bien». Víctor Martín responde, inocente: «Pero… ¿esta tipa canta?». No es pregunta baladí –cómo odio esa palabra, «baladí», evitadla siempre que podáis–, si tenemos en cuenta que lo último que supimos de ella es que fuma porros en el escenario. Nunca nadie ha corrido tan lejos y tan rápido escapando de una estrella de Disney. En este caso, de ella misma. Una estrella escapando de una estrella. Galileo habría visto el cielo abierto con un tema así para investigar. 

Y hablando de Miley Cyrus, vayamos a otro intelectual. El estreno de Amando de Miguel en El Subjetivo también ha suscitado debates –como odio la palabra «suscitar», evitadla en lo posible por favor–. Amando escribía: «La polémica sobre quién ha vencido, si el Estado o el terrorismo, se contesta por sí sola. Los terroristas son ya parte del estado». Rafael Moreno le responde con una ristra de preguntas a las que, por el mismo precio, él responde: «Pero son parte del Estado, ¿elegidos por las urnas? Si es así, ¡cambiemos las normas! ¿O acaso son las leyes? Estas leyes han sido elaboradas y aprobadas por nuestras cámaras, democráticamente elegidas. ¿Algo no cuadra, no?».  No, no cuadra. Pero hace tiempo que no cuadra que algo cuadre en este cuadro. Esto es para celebrar la llegada de Javier Quero a El Subjetivo, «el de las palabras», como le llaman las señoras por la calle.

Twitter a bolsa. Lo contamos en The Objective y nuestros lectores valoran. «Menuda base de datos gratis que son las redes sociales», comenta Francisco Menéndez en las redes sociales: «jamás contestarías a lo que aquí contestas en una encuesta de consumo». Y es cierto. Twitter cuenta con la base de datos de fotografías privadas de paellas valencianas más grande del mundo. Ni la NSA podría llegar tan lejos acumulando variedades de arroces dominicales. «Otro método más con el que, sin quererlo, controlan nuestros actos», sentencia nuestro lector Juan Antonio Oliver en esta misma línea, aunque sin hacer alusión a las imágenes de paellas, de uñas pintadas, y de pies –cómo odio esa palabra, «pies»; por favor, evitadla en lo posible–. 

Te sigo leyendo. Te observo. Como Twitter.

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