THE OBJECTIVE
Juanjo de la Iglesia

Es por nuestro bien

La excusa de las autoridades chinas para prohibir estas 120 canciones no es muy original. Recuerda las tesis de Arias Salgado, pero a la maoísta: sin destino salvífico. Resulta que las canciones son inmorales. Y se conoce que el pueblo chino, considerado menor de edad por sus dirigentes no está capacitado para escucharlas.

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La excusa de las autoridades chinas para prohibir estas 120 canciones no es muy original. Recuerda las tesis de Arias Salgado, pero a la maoísta: sin destino salvífico. Resulta que las canciones son inmorales. Y se conoce que el pueblo chino, considerado menor de edad por sus dirigentes no está capacitado para escucharlas.

Quienes tenemos –ay- edad suficiente como para haber vivido más años de los que nos gustaría, con uso de razón, en un país que se encontraba bajo el mando cuartelero de un general despiadado y meapilas, creo que recordamos bien que todo lo que se nos prohibía ver, leer o escuchar era por nuestro bien. Es esta una muy cansina y omnipresente costumbre de cuanto autócrata ha pisado este planeta: resulta que además de tener que aguantar las manías y paranoias de ciertas autoridades, que se convierten el ley sin más trámite que su propia voluntad, hay que estar agradecido porque, en el fondo, que se nos obligue a hacer algo que no queremos, o que no se nos permita hacer algo que sí queremos, es provechoso para nuestra salud moral, nuestra alma, el vigor de la vanguardia obrera, o cualquier camelo que se les ocurra a las autoridades.

Las excusas son variadas y no se sabe cuál es más enervante. En la España franquista, el ministro de Información y Turismo, Arias Salgado se enorgullecía de salvar para el Cielo las almas de los españoles, gracias a la censura. En la Unión Soviética de Stalin, se “desaconsejaban” algunos acordes musicales, porque el padrecito los consideraba “burgueses”. Cosa que recuerda excesivamente a las viejas supersticiones que consideraban el tritono como el acorde mediante el que el diablo entraba en la música.

La excusa de las autoridades chinas para prohibir estas 120 canciones no es muy original. Recuerda las tesis de Arias Salgado, pero a la maoísta: sin destino salvífico. Resulta que las canciones son inmorales. Y se conoce que el pueblo chino, considerado menor de edad por sus dirigentes no está capacitado para escucharlas. No es por paranoias de gobernantes, no es porque los dirigentes no quieran que la población elija, piense y actúe con libertad. Es que, según ellos, parece que el pueblo chino no está preparado para escuchar según que palabras malsonantes. Por ejemplo, el nombre de una de las canciones más famosas de la lista: la titulada “Pedo”.

Y es verdad: se empieza diciendo “pedo” y se acaba faltando el respeto a la autoridad.

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