THE OBJECTIVE
David Martínez

Feliz Mariano Nuevo

Acaba un año, otro empieza… y ahí permanece Mariano Rajoy, constante, entre la España que muere y la España que bosteza. Todos le daban por muerto hace doce meses, iba a ser la primera víctima del terremoto político que fragmentó el Parlamento y a lo máximo que podía aspirar era a facilitar, con su salida, la permanencia en el poder de su partido. Un año después, aparece como el líder nacional menos cuestionado, representa el polo de la estabilidad en la convulsa Europa y ha culminado una metamorfosis personal que le lleva a erigirse en el paladín del “diálogo” y el “acuerdo”, en el promotor resuelto de los pactos de Estado que deben reformar los agrietados pilares del sistema español. Es un Mariano nuevo, muy distinto del que aprobaba leyes orgánicas con el único apoyo del PP y huía obsesivamente del escaparate público.

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Feliz Mariano Nuevo

Acaba un año, otro empieza… y ahí permanece Mariano Rajoy, constante, entre la España que muere y la España que bosteza. Todos le daban por muerto hace doce meses, iba a ser la primera víctima del terremoto político que fragmentó el Parlamento y a lo máximo que podía aspirar era a facilitar, con su salida, la permanencia en el poder de su partido. Un año después, aparece como el líder nacional menos cuestionado, representa el polo de la estabilidad en la convulsa Europa y ha culminado una metamorfosis personal que le lleva a erigirse en el paladín del “diálogo” y el “acuerdo”, en el promotor resuelto de los pactos de Estado que deben reformar los agrietados pilares del sistema español. Es un Mariano nuevo, muy distinto del que aprobaba leyes orgánicas con el único apoyo del PP y huía obsesivamente del escaparate público.

El nuevo Rajoy comparece con frecuencia y buena disposición ante la prensa, busca la foto efectista en los eventos internacionales, tiende la mano al separatismo catalán, ensalza la altura de miras del PSOE, aparta a los delegados del Gobierno que desagradan al nacionalismo… Su infalible instinto de supervivencia le exhorta a adoptar este perfil que tanto recuerda al talante de Zapatero y tan provechosos réditos le está dando. Al tiempo, y a mayor gloria suya, se extiende la imagen de que el arcoiris de la nueva oposición produce más ruido que nueces -hasta José Mota dedicó su especial de Nochevieja a parodiarlo- y el líder del PP logra afianzarse como el mal menor para esos millones de pensionistas, funcionarios y clases medias que todo lo que le piden a la política es que enrede lo justo, que se les deje mayormente en paz.

Y así sobrevive don Mariano, ahora reconvertido en estadista de altos vuelos. Debió de repetirse hace un año que todo empeora antes de mejorar para lanzarse a esta nueva transformación de calado similar a la que desarrolló a partir de 2008, cuando rompió amarras con el aznarismo y renunció a batallar por las más señeras causas ideológicas del centro derecha. Solo él puede salir reforzado de un 2016 que comenzó con 63 escaños y 3’5 millones de votos menos y que se ha llevado por delante a figuras que a priori tenían mucho más futuro que él, de David Cameron a Pedro Sánchez. No es descartable que las crónicas de este tiempo acaben diciendo de Rajoy lo mismo que escribió Umbral de González hace 25 años: “Es un gran estadista en la medida en que es un gran cínico, o a la inversa”. Mientras tanto, tengan ustedes un Feliz Mariano Nuevo.

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