THE OBJECTIVE
Monica F.-Aceytuno

Flores que regresan

En la cárcel dejaron con toda probabilidad a los que más protestan, por si acaso, mientras sueltan, inocentes, a estas mujeres silenciosas como una flor que hace señales de auxilio con su belleza.

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Flores que regresan

En la cárcel dejaron con toda probabilidad a los que más protestan, por si acaso, mientras sueltan, inocentes, a estas mujeres silenciosas como una flor que hace señales de auxilio con su belleza.

Descienden las mujeres de un camión que me recuerda a esos camiones que se ven por el campo llenos de hierba, tojos y helechos y que llevan un cierre muy rudimentario en la parte de atrás para dejar caer la carga, en este caso esas mujeres recién salidas de la cárcel, coloreadas como las exóticas flores de Birmania.

Tres mil prisioneros, en un gesto de paz, ha liberado el presidente Thein Sein, entre ellos estas señoras que parecen niñas y que llevan sombrillas para no marchitarse bajo el sol, y también sombreros y muchas bolsas de colores y una sonrisa en la cara por su libertad y su regreso como inofensivas flores que vuelven a la tierra que es su casa.

En la cárcel dejaron con toda probabilidad a los que más protestan, por si acaso, mientras sueltan, inocentes, a estas mujeres silenciosas como una flor que hace señales de auxilio con su belleza.

Casi nadie ha reparado en la violencia pacífica de las flores como las que suele llevar en el pelo la líder birmana Aung San Suu Kyi, premio nobel de la paz que en su reclusión ha volado con la fuerza del silencio y la belleza, y esa flor en el pelo que es más violenta que una metralleta, aunque parezca una mariposa de las que cruzan los océanos y que se ha posado con las alas en apariencia quietas, pero que en realidad no está detenida porque esa imagen de la mujer con la flor en la cabeza termina por dar la vuelta al mundo, subyugados por la belleza de la sonrisa triste de quien vio pasar la vida entre cuatro paredes, y que es la sonrisa más hermosa de todas, porque es la más dulce.

En Birmania, hay flores que surgen, como si no vinieran a cuento, sobre el mismo tronco de los árboles, orquídeas que aquí no vemos más que en las floristerías, o cuando alguien nos las trae de regalo, y que allí nacen epífitas sobre el tronco de las palmeras y otros árboles cuya mayor gracia es que fueron a posarse allí las flores.

Luego las mujeres se las ponen alrededor del cuello, en el pelo y en el color de sus trajes y parecen tranquilas, inofensivas, bajando del camión a la tierra.

Pero serán esas mujeres las que cambien las cosas como cambiaron la Tierra las flores cuando aparecieron en el mundo hace doscientos millones de años.

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