THE OBJECTIVE
Fernando Garcia Iglesias

Francisco

Tras casi medio siglo de magisterio de una hondura filosófica y teológica sin precedentes, este nuevo estilo cargado de aparente simplicidad del nuevo Santo Padre puede ser visto como un cambio de rumbo. Pero pensar que hay un viraje doctrinal es perder de vista la verdad fundamental.

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Francisco

Tras casi medio siglo de magisterio de una hondura filosófica y teológica sin precedentes, este nuevo estilo cargado de aparente simplicidad del nuevo Santo Padre puede ser visto como un cambio de rumbo. Pero pensar que hay un viraje doctrinal es perder de vista la verdad fundamental.

No conozco a ningún a católico de buen corazón que no se haya sentido agradecido y bendecido por los papas que han guiado la Iglesia en este último medio siglo. Desde 1978, el papa polaco Wojtyla, un santo infatigable que llevó la luz del evangelio de un lado al otro del mundo, con una bondad y una santidad que uno percibía de una manera muy real cada vez que lo tenía enfrente. A su muerte, Benedicto XVI continuó con el legado de San Juan Pablo II, y desde una profundidad teológica y doctrinal admirables, escribió algunas de las encíclicas de más calado del último siglo. Con el nombramiento de Jorge Mario Bergoglio como el papa Francisco, la Iglesia Católica sigue fortaleciéndose.

Muchos han visto al papa Francisco como un revulsivo en la Iglesia. En estas mismas páginas, TheObjective ha hecho un soberbio especial fotográfico y de opinión para esta Semana Santa en torno a ‘la Revolución del Papa’. Es cierto que tras casi medio siglo de magisterio de una hondura filosófica y teológica sin precedentes, este nuevo estilo cargado espontaneidad y aparente simplicidad del nuevo Santo Padre puede ser visto como un cambio de rumbo. Pero pensar que tras la llaneza de los actos de Bergoglio y el acercamiento noble a los más necesitados hay un viraje doctrinal es perder de vista la verdad fundamental de que Francisco, el Santo Padre, es el vicecristo, que la Iglesia es el pueblo de Dios, el cuerpo de Cristo y el templo del Espíritu Santo, no es un ente político, ni las encíclicas son resoluciones de las Naciones Unidas. Los gestos tan maravillosos de este papado son el fruto de una vida espiritual densa y rica, que nacen de un corazón enamorado del Cristo que guía la Iglesia desde la cruz. Si Benedicto XVI se adentró en los misterios del amor con la encíclica ‘Deus Caritas Est’, el abrazo auténtico lleno de cariño de Francisco a un hombre deforme es la puesta en práctica de esas mismas enseñanzas. Es un cambio, quizás, en las formas, frescas y sinceras, para esa ‘Nueva Evangelización’ que ya proclamaba Juan Pablo II y que parece ser la gran apuesta de Francisco durante su papado, la Iglesia como misión evangelizadora.

La Iglesia Católica debe estar agradecida y debe seguir arropando con sus oraciones a este papa que tan buenos frutos está dando. En unas décadas que han sido muy duras para el catolicismo, el nuevo impulso evangelizador del papa Francisco, con sus discursos claros y sus gestos enérgicos, es un motivo de alegría para todo el pueblo cristiano. Deo Gratias.

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