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Iker Izquierdo

Fundamentalismo ético

El mundo es una lucha a muerte entre estados por el control y utilización de recursos finitos, y un gobernante prudente procurará siempre el mantenimiento del estado.

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Fundamentalismo ético

El mundo es una lucha a muerte entre estados por el control y utilización de recursos finitos, y un gobernante prudente procurará siempre el mantenimiento del estado.

Tres subsaharianos que habían permanecido varias horas encaramados a la valla de Melilla han sido devueltos a Marruecos. Prácticamente todos los días, las dos ciudades españoles de la costa norafricana se ven asaltadas por hombres y mujeres que pretenden entrar en España y dejar atrás una vida de pobreza.

Una considerable parte de la población española junto a varios partidos políticos como Izquierda Unida o Podemos, suelen elevar su voz y ponerse sublimes para protestar contra las habituales actuaciones de la policía fronteriza para evitar que los inmigrantes ilegales entren en España. “Es antiético”, vienen a decir.

Efectivamente, según la filosofía moral materialista de raíz espinosiana, a la que se acoge servidor de ustedes, la ética es el conjunto de normas y acciones dirigidas a la conservación de los cuerpos humanos individuales. Por ello, atender al inmigrante pobre, hambriento y sin trabajo es una acción ética. Mientras que expulsarlo de la valla o enviarle de vuelta a Marruecos es antiético. 

Pero hete aquí, que las normas éticas pueden entrar en conflicto con las normas morales, es decir, aquellas dirigidas a la conservación de un grupo. Por razones éticas deberíamos acoger en España a 500 millones de inmigrantes, darles de comer y beber, vestirlos y calzarlos, y darles un trabajo. Pero en España no cabe esa cantidad de personas, ni España tiene recursos suficientes para acogerlos a todos. El Estado colapsaría inmediatamente. Es posible que incluso la plataforma continental se viniese abajo.

El mundo es una lucha a muerte entre estados por el control y utilización de recursos finitos, y un gobernante prudente procurará siempre el mantenimiento del estado. Y si eso implica impedir la entrada de más gente en el territorio apropiado por ese estado, no deberá dudar en hacerlo. No puede dejarse arrastrar por el fundamentalismo ético que nos invade.

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