THE OBJECTIVE
Carlos D. Lacaci

Generación perdida

Después de una profunda reforma laboral, tras varios decretos y leyes promulgadas, lo cierto es que el número de jóvenes que ha visto mejorar su situación sigue siendo muy bajo.

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Generación perdida

Después de una profunda reforma laboral, tras varios decretos y leyes promulgadas, lo cierto es que el número de jóvenes que ha visto mejorar su situación sigue siendo muy bajo.

Hemos conocido el nuevo y demoledor informe Skills Outlook 2015 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Cerca de 20 millones de jóvenes de los estados que incluye este organismo han salido del sistema educacional, social y laboral de sus países. Ninguno de ellos busca ya empleo.

A estos fracasados, en su mayoría involuntarios, se les conoce con el calificativo de “ninis”, porque ni estudian ni trabajan. Aunque las cifras que arroja el informe suponen un importante descenso respecto a los ninis que había en 2013, el número total de estos jóvenes se incrementa en cinco millones si lo comparamos con los datos que había antes de comenzar la crisis, en 2008.

Lo más preocupante de este informe es que los pronósticos para el futuro próximo tampoco reflejan una significativa mejora de la situación. La OCDE advierte de que la situación es especialmente preocupante en los países del sur de Europa, como en España y Grecia, donde más del 25% de los jóvenes adultos podían ser considerados ninis.

En España hemos visto, en los últimos años, multitud de cambios legislativos dirigidos a combatir  las altas tasas de desempleo en general y, particularmente, para intentar reducir el número de los jóvenes que no logran acceder al mercado laboral. Después de una profunda reforma laboral, tras varios decretos y leyes promulgadas en pro del citado objetivo, lo cierto, por desgracia, es que el número de jóvenes que ha visto mejorar su situación sigue siendo muy bajo.

El sentimiento de las personas que quieren y no pueden trabajar es muy frustrante, tanto para aquéllas como para la propia sociedad. Los responsables políticos se topan con una realidad diferente a la que proyectaron y ven como los esfuerzos para mejorar esta situación, a golpe de leyes, queda en papel mojado.

Cada joven que se queda fuera del sistema significa no solo un drama personal, también un drama social. Una sociedad que no puede o no sabe aprovechar el talento de los jóvenes está desperdiciando su tesoro más valioso y asistiendo al fracaso colectivo, que significa el hecho de contemplar a toda una generación perdida, en el cual todos salimos perdiendo.

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