THE OBJECTIVE
Antonio García Maldonado

Golpe fallido en Turquía: tranquilizador cinismo o preocupante ignorancia

A finales de junio, hace apenas unos días, Turquía sellaba su reconciliación con Israel tras la ruptura de relaciones por el asalto a la flotilla en 2010 que se dirigía a Gaza. Pocos días después, normalizaba públicamente sus relaciones con Rusia tras el derribo de un avión ruso en la frontera turco-siria en 2015. El 18 de marzo, firmaba un acuerdo con la UE de extrema importancia para la gestión de la crisis de los refugiados y la supervivencia de la propia Unión, entonces pendiente del Brexit. Es decir, en cuatro meses, Turquía ha firmado algunos de los acuerdos geopolíticos más trascendentales de  los últimos años. Y algunos de los más impopulares para su opinión pública y para las nuestras.

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Golpe fallido en Turquía: tranquilizador cinismo o preocupante ignorancia

A finales de junio, hace apenas unos días, Turquía sellaba su reconciliación con Israel tras la ruptura de relaciones por el asalto a la flotilla en 2010 que se dirigía a Gaza. Pocos días después, normalizaba públicamente sus relaciones con Rusia tras el derribo de un avión ruso en la frontera turco-siria en 2015. El 18 de marzo, firmaba un acuerdo con la UE de extrema importancia para la gestión de la crisis de los refugiados y la supervivencia de la propia Unión, entonces pendiente del Brexit. Es decir, en cuatro meses, Turquía ha firmado algunos de los acuerdos geopolíticos más trascendentales de  los últimos años. Y algunos de los más impopulares para su opinión pública y para las nuestras.

Por eso, y desde la atalaya occidental, es bastante sorprendente que se haya producido un intento serio de golpe de Estado en Turquía, miembro de la OTAN. Consideraciones políticas y morales aparte, lo llamativo es que tres potencias militares y políticas como Rusia, Israel y la UE en su conjunto (30 Estados ricos, 30 ejércitos, más de 30 servicios exteriores, más de 30 de inteligencia), los expertos de los Estados desarrollados, hayan firmado acuerdos existenciales con un Gobierno que –como era su deber conocer y es difícil creer que no lo hicieran– tenía un golpe de Estado de esta magnitud a las puertas.

Hay dos opciones: o creemos que esa élite de analistas, agentes de campo, diplomáticos y militares formados y encargados de tomar el pulso permanente del país y sus instituciones no sabía nada (y por tanto tenemos un problema serio con las fuentes de información y los análisis que la transforman en inteligencia); o, por el contrario, suponemos que en determinado momento esto se supo, se aceleraron los acuerdos con un “gobierno legítimo y democrático” porque éstos habrían sido difíciles de vender a las opiniones públicas con un gobierno militar, y se miró para otro lado ante la imposibilidad de calibrar si era imparable o no la asonada.

Este intento de golpe de Estado tras todos los acuerdos sólo tiene dos explicaciones: la ignorancia o el cinismo. Y a tenor del aparente fracaso, prima la preocupante opción de la ignorancia. El apoyo explícito de Obama al “gobierno democráticamente elegido” indica que también la CIA estaba in albis.

Entiéndase ‘cinismo’ sin carga peyorativa. La realpolitik ha vuelto sin disimulo a las relaciones internacionales. En realidad nunca se fue. No lo hizo con el golpe contra Gorbachov (que veraneaba en Crimea) en 1991 y la caída de la URSS. Y tampoco ha vuelto con el golpe contra Erdogan (que veraneaba en Mármaris). Éramos nosotros los despistados. ‘Wake up to reality’, que cantaba Sinatra en Under my skin. Son muchos los frentes.

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