THE OBJECTIVE
Patricia F. de Lis

Google no olvida. Y eso es bueno

Google es, ahora mismo, la gran memoria colectiva de la humanidad. Y, afortunadamente, no tiene derecho a olvidar. Esperemos que siga siendo así.

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Google es, ahora mismo, la gran memoria colectiva de la humanidad. Y, afortunadamente, no tiene derecho a olvidar. Esperemos que siga siendo así.

Google tiene el monopolio de internet, que ya es como decir que tiene el monopolio sobre lo que los demás saben o ignoran sobre nosotros. El hecho de que más del 90% de los internautas confíen en esta empresa para encontrar información significa que es capaz de imponer las condiciones sobre cualquier otro aspecto de internet que le parezca oportuno como, por ejemplo, la publicidad en las páginas de contenidos, que Google paga a un precio ridículamente bajo. O, como acaba de ocurrir en la web que dirijo, eliminar toda esa publicidad porque considera que el dibujo de un pene en un estudio científico es “pornografía”. Y tienes que callarte, esperar y aguantar. Porque estás en manos de Google.

Hay más buscadores, pero su presencia es tan residual que no hay alternativas. La parte negativa de esta realidad es, para Google, que cualquiera que quiera desaparecer de internet se obsesiona con desaparecer ‘de’ Google. Pero Google no escribe la historia. No lleva a juicio a ciudadanos, ni los condena, ni escribe las sentencias, ni las publica en el BOE y en los diarios, ni los exonera después de que hayan saldado sus deudas. Google es la puerta de entrada a un mundo en la que a la gente se la condena, y no se la olvida; es un escaparate en el que, por cierto, las webs pueden decidir si mostrar o no su género. El procedimiento para ocultar información a los buscadores es muy simple, y todas pueden usarlo si creen que hay cosas que no deben ser encontradas.

El problema, así, no es el escaparate, es lo que nos encontramos una vez que traspasamos la puerta de la tienda. Pero el Tribunal de Justicia de la Unión Europea acaba de dictaminar que “bajo algunas circunstancias”, los buscadores tendrán que borrar información. Es un error de bulto porque, para empezar, los buscadores no tienen información. ¿Y cuáles son esas circunstancias? ¿Quién tendrá derecho a desaparecer? ¿Qué información se considera de interés público, y cuál no lo es? ¿Y podrá desaparecer cualquier ciudadano, o solo aquellos que tengan dinero y tiempo para litigar? Google es, ahora mismo, la gran memoria colectiva de la humanidad. Y, afortunadamente, no tiene derecho a olvidar. Esperemos que siga siendo así.

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