THE OBJECTIVE
Blas Pinar Pinedo

Guardiola y el separatismo

Con el tiempo llegó la politización del Barcelona y las pitadas al Himno y al Rey, que merece ser pitado por todo menos por representar a la Nación. Guardiola me resultó siempre antipático al convertirse en una marioneta del separatismo.

Opinión
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Guardiola y el separatismo

Con el tiempo llegó la politización del Barcelona y las pitadas al Himno y al Rey, que merece ser pitado por todo menos por representar a la Nación. Guardiola me resultó siempre antipático al convertirse en una marioneta del separatismo.

El fútbol me dejó de gustar por saturación. Aunque sorprenda, parte de mi familia y un buen amigo me llevaron a ser atlético y disfruté del doblete en el 96 en el Calderón, en la última jornada de la Liga. Estos días he vuelto a emocionarme, porque el Atleti tiene algo especial; eso lo saben hasta los del Madrid. El exceso de fútbol me llevó a ser incapaz de seguir los campeonatos y con los partidos me empezó pasar lo mismo que te pasa cuando vas demasiados días a las corridas de San Isidro: que si te tocan varias aburridas te hartas.

Con el tiempo llegó la politización del Barcelona y las pitadas al Himno y al Rey, que merece ser pitado por todo menos por representar a la Nación. Guardiola me resultó siempre antipático al convertirse en una marioneta del separatismo. Y ayer remató su soberbia declarando que “después de esta derrota estoy todavía más convencido de mi filosofía”. Como este hombre ha confundido todo, podría haberse referido a su nacionalismo, aunque hablaba del partido que eliminó al Bayern de la Liga de Campeones de Europa. Por eso resulta una pena que alguien desperdicie sus éxitos globales reproduciendo antipatías de provinciano.

Reconozco que la analogía entre nacionalismo y el fracaso de Guardiola es muy fácil. Pero mucho más lo es relacionar el separatismo con el empecinamiento estúpido que puede hacerte declarar que lo que te hizo fracasar confirma que lo hiciste de forma correcta. Es precisamente lo que hace que una historia de éxitos acabe pervertida por la soberbia del ensimismamiento. Es lo que le está pasando a Cataluña: que una casta está acabando con una de las regiones con más potencial de España y con la que el resto de la Nación se ha volcado a lo largo de toda la historia. Pero aún cuando se estrellen, los separatistas seguirán diciendo que están convencidos de su filosofía del fracaso. Como Guardiola. Todo está relacionado.

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