THE OBJECTIVE
Manuel Aguilera

Había una vez un circo, pero ya no

Una manifestación puede convertirse en un circo pero no es habitual que un circo se transforme en un acto de protesta. Ha ocurrido en México donde un grupo de trabajadores de lo que fue el mayor espectáculo del mundo han salido a la calle para reivindicar su derecho a utilizar animales .

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Había una vez un circo, pero ya no

Una manifestación puede convertirse en un circo pero no es habitual que un circo se transforme en un acto de protesta. Ha ocurrido en México donde un grupo de trabajadores de lo que fue el mayor espectáculo del mundo han salido a la calle para reivindicar su derecho a utilizar animales .

Una manifestación puede convertirse en un circo pero no es habitual que un circo se transforme en un acto de protesta. Ha ocurrido en México donde un grupo de trabajadores de lo que fue el mayor espectáculo del mundo han salido a la calle para reivindicar su derecho a utilizar animales en sus representaciones.

Más de un millar de payasos, trapecistas, domadores, equilibristas… reaccionaron después de que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobara una ley por la que «queda estrictamente prohibido, presentar en espectáculos circenses, obsequiar, distribuir, vender y en general efectuar cualquier uso de animales vivos tales como utilizarlos como premios en sorteos, juegos, concursos, rifas, loterías, para tomarse fotografías o cualquier otra actividad análoga».

No sé a ustedes pero a mí desde niño esto del circo siempre me ha dado muy mal rollo. En teoría es un espectáculo pensado para los niños pero tiene un toque decadente, destartalado y hasta tétrico que me hacía sufrir pesadillas en mi tierna infancia. Tantas películas en las que tras la cara pintada de un payaso se esconde un atormentado asesino parece que hicieron mella en mi indefensa mente infantil. Tampoco le vi nunca el punto a observar esos tigres y leones famélicos moviéndose desganados al ritmo del látigo de un domador con un traje tres tallas menor al que le correspondía.

En mis tiempos de reportero en Antena 3 Galicia me tocó cubrir una historia en el puerto de Vigo donde el mítico Ángel Cristo, ex de Bárbara Rey, había dejado abandonados a sus leones que ya eran poco más que piel y huesos.

No se trata de ponerse al frente de la manifestación ecologista pero el circo tal y como lo hemos conocido tradicionalmente ha sido superado por la historia. Por favor, dejen en paz a los animales y adapten sus números al siglo XXI.

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