THE OBJECTIVE
Eugenio Fouz

Hablar en plata

La gente atribuye al compositor Beethoven esta sentencia: “la única forma de superioridad que conozco es la bondad”. Atrévase a hablar hoy en serio del bien y del mal, de la fe y la conciencia. Explique a un fanático en qué consiste ser bueno, en qué consiste no ser malo. Logre atraer la atención del violento en un instante de calma y hable con él de la diferencia entre moral, inmoral y amoral. Recite en voz alta cualquiera de las líneas del discurso más fraternal de la historia en el cual un predicador sueña despierto en un mundo mejor sin amos y sin esclavos.

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Hablar en plata

La gente atribuye al compositor Beethoven esta sentencia: “la única forma de superioridad que conozco es la bondad”. Atrévase a hablar hoy en serio del bien y del mal, de la fe y la conciencia. Explique a un fanático en qué consiste ser bueno, en qué consiste no ser malo. Logre atraer la atención del violento en un instante de calma y hable con él de la diferencia entre moral, inmoral y amoral. Recite en voz alta cualquiera de las líneas del discurso más fraternal de la historia en el cual un predicador sueña despierto en un mundo mejor sin amos y sin esclavos.

Póngase del lado de la vida, póngase del lado de la paz y el libre albedrío. Muestre a un desconocido la desolación de los fugitivos que huyen de la guerra y de la locura, y de la locura de la guerra. Encuentre en las redes el mensaje de acogida a todos los hombres de bien y descubra al autor en el inquilino de la ciudad a la que conducen todos los caminos. Lea despacio: “Europa es la patria de los derechos humanos, y cualquiera que ponga pie en suelo europeo debería poder experimentarlo”.

Encienda el televisor y espere a que empiecen las noticias. Otro acto de barbarie en un aeropuerto. Observe la crueldad de los asesinos. Fíjese en el desprecio con que disponen de la vida del prójimo. Piense en la mala vida del asesino, piense si vale la pena.

Y frente al exterminio se oye la voz argentina de quien pide perdón a los desatendidos por la Iglesia Católica, a los gais y a los olvidados. Frente a la insistencia anormal del castigo y la muerte surge la sabiduría antigua del pescador que nos recuerda: “no tengáis miedo a la ternura”.

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