THE OBJECTIVE
Paco Reyero

Hasta que Inés se cruzó en el camino de Sánchez

El Gobierno gana tiempo con la ayuda de Ciudadanos, prorroga hasta el 24 de mayo el estado de alarma y abre nuevas alianzas para su supervivencia

Opinión
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Hasta que Inés se cruzó en el camino de Sánchez

Sus señorías, Iglesias y Rufián, hablaban de pie, un poco antes del inicio de la sesión; uno con mascarilla y el otro no; uno acodado ante la bancada (añoranza de barra de bar) y el otro impertérrito. Fue una viñeta de cómo van asentándose las medidas que el Gobierno dicta imprescindibles. Cada uno tiene su catecismo y así nos va. La alarma debe ser, pero para los otros.

El presidente Sánchez salió fuerte y monótono, como suele; y respetuoso con sus guionistas, repitió “nueva normalidad” y “error absoluto” a la menor oportunidad. Esta manera presidencial de percutir solo sería mas colorista si, en las intervenciones de tribuna, colocaran a su espalda neones con letras de molde, que intermitentes remacharan “NUEVA NORMALIDAD”, “ERROR ABSOLUTO” y así, al estilo de un garito de Las Vegas, pero más nuestro.

El esquematismo del líder del PSOE le llevó a inundarlo todo con cifras a granel, a esparcir millones de mascarillas platónicas, tests y pruebas de diagnóstico por el hemiciclo. La estrategia de las mascarillas nos lleva a aquella otra atribuida a Rubén Darío (bajo el estado de alarma cualquier atribución es a capón), quien presuntamente descubrió los “nenúfares” y al verlos dijo: “¿Qué son esas plantas?” y recibió por respuesta: “Son nenúfares, que tanto salen en sus poemas”.

Son empresas, son pacientes, son sanitarios, son fallecidos, que tanto salen en las alocuciones de Sánchez.

El presidente ha emprendido un proceso de reconstrucción, sí, pero de reconstrucción de su pasado más reciente (en esta operación acumula experiencia y éxitos) y así, sabedor de la desmemoria general, ya ha vuelto por sus fueros. Lo intentará y no es imposible que lo consiga: Tocqueville escribió hace décadas que “una idea falsa, pero clara y precisa, tendrá más poder en el mundo que una idea verdadera y compleja”. “Hemos decidido no olvidarnos de nadie”, decía Sánchez, casi misericordioso.

Luego llegó Casado exponiendo sus contradicciones y con el zurrón de desastres gubernamentales para respaldar su desconcierto. El líder del PP declamaba las denuncias de colectivos contra el Gobierno, el SATSE, los enfermeros, los sanitarios infectados, la Guardia Civil. “Sus errores cotizan en bolsa”, “los impuestos que paga el sector del automóvil suponen un 40% del presupuesto de la Sanidad pública y está parado”, “han cerrado 6.000 empresas y el Gobierno no ha desbloqueado ni el 20% de las ayudas”, “usted es un curandero”, “el mayor recorte social lo llevó a cabo Rodríguez Zapatero en 2010”, etc, etc, etc. Toda esta salva de los populares fue semilla fuera de siembra porque también ellos buscan tiempo para posicionarse; para encontrar una alternativa práctica a la gestión del desastre venidero.

Así que Casado redujo la velocidad y se echó al arcén para que lo adelantara Inés Arrimadas (C’s) quien, en su exposición, bajó su habitual tono crispado. La ciudadana aminoró su discurso y se atribuyó (1) el logro de desvincular la duración de los ERTES a la prórroga del estado de alarma y (2) el obligado consenso del Gobierno con las autonomías para organizar el regreso a la actividad. Ciudadanos se portó como un socorrista dispuesto a ganarse el sueldo y la visibilidad a toda costa, mientras ERC, el cortejo del Gobierno, se quedaba, una vez más en la orilla.

Santiago Abascal (Vox) confirmó que todavía puede subir más el tono: “No conocemos el número de muertos”, “España ha sufrido la peor crisis sanitaria a nivel mundial”, este Gobierno cuenta la realidad “por medios subvencionados”, “el señor Iglesias hace apología del comunismo”, “defiende a genocidas”, gasta formas de “matón bolivariano” o “ya tenemos 10 veces más muertos de lo que asesinaron sus ídolos en Paracuellos”.

En Una teoría de la democracia compleja, Daniel Innerarity cita a Brenan: “El público, el votante, los electores, se han orillado en dos categorías, los hobbits, ciudadanos de baja información y poco interés y deseo de participación y los hooligans, ciudadanos con demasiada información del mismo tipo y opiniones contundentes lastradas por prejuicios».

Las consecuencias económicas se palpan y se sufren.

La aritmética política es un rompecabezas.

El Gobierno ha ganado tiempo.

Ha empezado a hacer calor.

Las autoridades quieren reabrir las playas.

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