THE OBJECTIVE
Nestor Barreira

"Hola, soy un auténtico gilipollas"

Si este chico de la foto es mi hijo le falta España para correr de la somanta que le meto en el cuerpo (no literalmente, claro) y yo me reservo una habitación sin fecha límite en el Monasterio de Sobrado dos Monxes (Lugo) para preguntarle al Altísimo en qué he fallado.

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Si este chico de la foto es mi hijo le falta España para correr de la somanta que le meto en el cuerpo (no literalmente, claro) y yo me reservo una habitación sin fecha límite en el Monasterio de Sobrado dos Monxes (Lugo) para preguntarle al Altísimo en qué he fallado.

Todo tiene límites. O eso es lo que creía, que la estupidez tiene un límite. El ser humano es un especialista en batir sus propios récords.

Resulta que hay una web rusa que se ha inventado un concurso para premiar al mejor selfie que puedas hacerte con un muerto: «porque la memoria no debe manifestarse con lágrimas y dolor».

Este tipo que veis en la foto va y coge su móvil. Se pone delante del féretro de ¿su abuela? Se saca una foto así, en plan moderno y se la envía a la gente de VKontake quienes premiarán a la mejor foto con 60 euros.

No sé de qué me sorprendo. Conozco un caso de alguien cercano que móvil en mano se puso a hacer fotos de su familiar en pleno tanatorio ante la atónita mirada de su hermana. Mirad que a lo largo de mi carrera he visto cosas realmente raras, curiosas y muchas de ellas enormemente
estúpidas. Como ésta ninguna. ¿Se iba a poner la foto de fondo de pantalla de inicio o para bloquear el móvil? ¿O ambas? ¿Era para su álbum personal? ¿La iba a poner en la cabecera de su cama?

Tengo una edad, lo reconozco, aunque según los cánones biológicos me considero muy joven. Si este chico de la foto es mi hijo le falta España para correr de la somanta que le meto en el cuerpo (no literalmente, claro) y yo me reservo una habitación sin fecha límite en el Monasterio de Sobrado dos Monxes (Lugo) para preguntarle al Altísimo en qué he fallado. Dónde está la falta de humanidad, sentido común y la educación. A la «cercana» acabé por dejar de dirigirle la palabra. Esa fue una de las múltiples torpezas que cometió con sus más allegados.

Para terminar. La foto la llevaría a revelar a escala. Se la pondría al chaval en su habitación con la leyenda con la que título este humilde artículo. No sé si valdría para algo pero ya que se fotografía con la difunta que por lo menos la tenga todos los días en su pensamiento.

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