THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

Infidelidades

Siento asco de estos piratas y lástima de los infieles clientes del negocio. La tecnología, los móviles y las tabletas, creadas para comunicarnos desde la distancia han conseguido incomunicarnos cuando estamos al lado.

Opinión
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Siento asco de estos piratas y lástima de los infieles clientes del negocio. La tecnología, los móviles y las tabletas, creadas para comunicarnos desde la distancia han conseguido incomunicarnos cuando estamos al lado.

El anuncio que se refleja en el Tablet, réplica del que inundó las calles de España, captado por la foto de Chris Wattie, retrata a una mujer con el dedo índice de la mano izquierda en gesto de silenciar algo. Estos de Ashley Madison han inventado un business para ayudar a la peña a ser infiel a sus parejas. Y ahora unos piratas informáticos, en castellano puro unos cabronazos, han colgado en internet una lista de datos personales y financieros de clientes, y amenazan con un goteo porque afirman tener a 37 millones de personas pilladas por los huevos o los ovarios. 37 millones de infieles. El ejército más imponente jamás conocido.

Siento asco de estos piratas y lástima de los infieles clientes del negocio. La tecnología, los móviles y las tabletas, creadas para comunicarnos desde la distancia han conseguido incomunicarnos cuando estamos al lado. Porque son palabras, y las palabras muchas veces ocultan falsedad o arte para el engaño. Por eso cada día creo más en mirar a los ojos. Porque las miradas no engañan.

Me traen al pairo las infidelidades de la peña. Las sexuales, claro. Soy más de lealtades que de fidelidades. Hay tantas parejas como situaciones diferentes y mundos diferentes. No juzgo a nadie. No me interesa la vida íntima de los demás. Y puestos a engañar a la pareja prefiero a quienes se lo montan como pueden que a quienes lo fían a la imaginación de una empresa que les organiza la película. Porque me gusta ser guionista y protagonista de mi vida, y no ser un mero extra y menos aún sin frase.

Son tantos los que se empeñan en mantener algo acabado, incluso tantos los que pretenden que el fracaso del pasado sea el objetivo del futuro, por miedo o por comodidad, o por causas insondables. Son tantas las historias de amor que terminan, y mal. Y son tantos los que opinan sin tener ni puñetera idea de lo que sucede entre dos.

El mundo siempre está ahí, pero no espera a nadie. Yo he perdido mil batallas, pero estoy decidido a ganar la guerra de mi vida y mi corazón, y por eso sigo luchando, en pie. A veces, cuando llega la oportunidad algunos la dejan escapar porque no les quedan más fuerzas , malgastadas con quien no lo merecía. Perder el tiempo en entregar tus sentimientos a una empresa, buscar las aventuras a través de aplicaciones, me parece patético. Porque todavía creo en mirar a los ojos, se lo que supone cruzar una mirada y te cambie la vida. Y eso no sucede a través de una aplicación de móvil, ni te lo proporciona una empresa dedicada a organizarte tu corazón. No hay tecnología capaz de proporcionarte una mirada que te de la vida.

No me interesan las infidelidades, Me parece un término radical, excesivo. Allá cada cual con su vida. Y si encima llega una panda de cabrones y divulgan esos datos, ni te cuento. Ese si que es el copón de las infidelidades. Y el no va más de la deslealtad. Y a ver qué dicen ahora los de la empresa. Más de un problema van a tener. Por mí que les crujan. Tanto garantizar el silencio a ese ejército de desgraciados incapaces de organizarse siquiera sus aventuras y ahora les arruinan la vida contándolo en público. Es lo que tiene la modernidad, mal empleada.

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