THE OBJECTIVE
Laura Calonge

Infidelity Leaks

Era tan sólo cuestión de tiempo que un caramelo tan goloso como dejar en paños menores a millones de infieles con una doble vida se hiciera realidad. Se abrió la caja de Pandora que contenía los datos personales de todos los usuarios que – ¡ingenuos ellos!- habían facilitado por propia voluntad. Desconfiaron de la huella de su smartphone pero confiaron sus datos a una web de infidelidades que ha resultado ser tan discreta como el coro de “Sálvame”.

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Era tan sólo cuestión de tiempo que un caramelo tan goloso como dejar en paños menores a millones de infieles con una doble vida se hiciera realidad. Se abrió la caja de Pandora que contenía los datos personales de todos los usuarios que – ¡ingenuos ellos!- habían facilitado por propia voluntad. Desconfiaron de la huella de su smartphone pero confiaron sus datos a una web de infidelidades que ha resultado ser tan discreta como el coro de “Sálvame”.

37 millones de infieles. Dos suicidios confirmados por la policía. Crisis familiares y divorcios en marcha. Reputaciones a las que se les ha caído la primera sílaba. Un mapa de la infidelidad a escala mundial, en cifras y en datos. El escándalo del hackeo de la web canadiense “Ashley Madison” ha generado una ola de pánico mundial que ríete tú de aquella Glenn Close que convirtió en un infierno la vida marital del infiel Michael Douglas en “Atracción fatal”.

Era tan sólo cuestión de tiempo que un caramelo tan goloso como dejar en paños menores a millones de infieles con una doble vida se hiciera realidad. Se abrió la caja de Pandora que contenía los datos personales de todos los usuarios que – ¡ingenuos ellos!- habían facilitado por propia voluntad. Desconfiaron de la huella de su smartphone pero confiaron sus datos a una web de infidelidades que ha resultado ser tan discreta como el coro de “Sálvame”. La filtración de datos es como una hemorragia que no cesa y nos descubre un mapa del infiel que tampoco nos sorprende: mayoría de hombres y concentrados en grandes ciudades. Las primeras respuestas de personajes públicos suenan a excusa adolescente: que si alguien les usurpó la identidad y se registraron utilizando cuentas de correo con su mismo nombre, otros que se registraron haciendo el idiota con un grupo de amigos (formado por padres de familia, ¡qué diversión señores!) y muchos ya van pensando qué inventarse mientras hacen las maletas.

“The Impact Team”, el grupo de hackers responsables de tener a tanto infiel pendiente de un hilo, ya acusó las maneras de proceder de la ya famosísima web creada por Noel Biderman, donde darse de baja era un proceso previo pago para que el interesado pudiera desaparecer de su lista de usuarios. Estos amantísimos esposos y esposas, padres y madres de familia, adalides de la fidelidad y de la virginidad van a tener difícil el derecho al olvido de sus calentones digitales, pero sobretodo difícilmente van a olvidar el día que su carnet de infiel quedó al descubierto. Si algo nos ha enseñado el hackeo a “Ashley Madison” es que no sólo los escándalos de estados y celebrities pueden salir a la luz. También las miserias tuyas, mías y las del vecino del quinto pueden ser igual de apetecibles.

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