THE OBJECTIVE
Marcela Sarmiento

Jornada por las relaciones caducadas

Para los amantes el simple ´click´ del candado acelera el corazón y a partir de ese momento se supone que serán el uno para el otro por siempre.

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Jornada por las relaciones caducadas

Para los amantes el simple ´click´ del candado acelera el corazón y a partir de ese momento se supone que serán el uno para el otro por siempre.

Para los amantes el simple ´click´ del candado acelera el corazón y a partir de ese momento se supone que serán el uno para el otro por siempre. Acto seguido, para quienes prefieran tirar la llave al río sugiere la entrega total sin posibilidades de arrepentimiento. Otros más modernos optan por guardarla en un lugar secreto o en el mejor de los dilemas se lanzan por cerradura con clave. También es válida. En todos los casos para miles de parejas enamoradas ir a colgar candados a París y prometerse amor eterno ha sido un ritual. Para otros resulta un acto que condena el amor. Ahora, para las autoridades francesas hoy en día es un problema ético de cuidado.

El Pont des Arts está en peligro y con él muchas relaciones amorosas se encuentran a punto de caer literalmente por la barandilla de la desgracia. Tantas promesas han desestabilizado el popular puente del amor. ¿Cúanta pasión habrá desatado durante años el hecho de tener colgando los nombres y la fecha de la ceremonia de entrega total? ¿Quién tiene la capacidad de decidir que hacer con las ilusiones y sueños puestos en cada cerrojo que cuelga del puente? En caso de entrar a salvar la situación teniendo en cuenta el peso, ¿con qué derecho retirarán algunos candados y no otros si todos significan lo mismo para cada uno de los amantes? El puente hace mucho tiempo dejó de pertenecer a la ciudad. El amor se apoderó de él y con él tendrá que hundirse. Si retiran la barandilla la obligación moral será hacerlo con un cuidado extremo para evitar que lo que queda vivo de tanto amor prometido continúe su camino. Sería un crimen deshacerse de cada historia por anónima que sea.

Para las parejas que ya no existen y que incluso reniegan el hecho de haber colgado un artefacto junto a alguien a quien ya no aman deberían ir hasta ese lugar ubicar su candado y retirarlo de forma voluntaria. ¿Quién los manda a prometer lo que no podían cumplir? Su desinteresado aporte sería una gran ayuda a la comunidad enamorada. Se quitarían un peso de encima y mejor aún librarían al puente de algo que no se merece. Una jornada de retiro de candados de relaciones caducadas sería la salvación.

Quienes nos hemos enamorado también hemos caído en las garras de los rituales que se supone perpetúan el amor, la pasión, la fidelidad y la entrega total. Nada más lejano a la realidad. Nada ni nadie garantiza el amor. Cuando verdaderamente alguien nos ama somos libres. Allá nosotros que hacemos con esa libertad. No tiene nada que ver con cerrojos o cerraduras. Por lo menos eso siempre lo ha dicho mi madre. Lo maravilloso de estar enamorados radica en el privilegio de elegir con quien queremos compartir la vida. Tarea nada fácil pero si posible.

Lo del candado en Pont des Arts es romántico sin duda. Encierra lo mejor de la espontaneidad de las relaciones. El gusto de amar y ser correspondido. Pero de igual forma el cerrojo es ese afán por querer apoderarnos de algo. En éste caso de alguien. Controlar o ser controlados nos embriaga. Cada historia que cuelga de ese puente nos recuerda lo vulnerables y maravillosos que podemos llegar a ser por cuenta del amor.

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