THE OBJECTIVE
Carme Barcelo

Jugar llorando

«¿Cómo estamos? Como podemos…». A Mascherano le costaba aguantar la compostura ante el micrófono aún cuando su equipo acababa de remontar un resultado adverso en Villarreal y se iba a casa con un triunfo.

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Jugar llorando

«¿Cómo estamos? Como podemos…». A Mascherano le costaba aguantar la compostura ante el micrófono aún cuando su equipo acababa de remontar un resultado adverso en Villarreal y se iba a casa con un triunfo.

«¿Cómo estamos? Como podemos…». A Mascherano le costaba aguantar la compostura ante el micrófono aún cuando su equipo acababa de remontar un resultado adverso en Villarreal y se iba a casa con un triunfo. Apretó los puños, como el resto de sus compañeros, e intento dejar en el vestuario la inmensa tristeza que les embargaba. Fue imposible. Y también increible. Porque pocas veces se marcan en un mismo partido dos goles en propia puerta cuando llevas dos por delante y éstos permiten que el rival acabe venciendo. ¿Un ángel? Ayer todo podía pasar excepto que se jugara a fútbol de forma convencional.

«¿Cómo estamos? Como podemos…». Busquets lloró durante el minuto de silencio, se enjugó las lágrimas y empezó a correr. El brazalete negro en todos los brazos, las ojeras de la mayoría, el dolor más profundo enquistado en cada rincón del corazón. Sobre todo, en aquellos jugadores como Cesc, Piqué, Messi, Iniesta o el propio Sergio que llevaban años viviendo, conviviendo y, los últimos meses, sufriendo con Tito Vilanova. Jugar llorando. Tragar saliva, intentar concentrarse y a trabajar. No lo consiguieron. Sólo al final, cuando el Tata Martino movió un par de piezas en el momento oportuno, reaccionó la máquina azulgrana. El técnico, que estos días ha optado por mantenerse en un elegante y discretísimo segundo plano, lo dijo tras el partido: «hoy, lo de menos es el fútbol».

«¿Cómo estamos? Como podemos…». Y como les permitieron los centenares de impactos emocionales que han recibido en los últimos tiempos. Cuando Iniesta perdió a su hijo a un mes de nacer, el equipo sucumbió en Valladolid. Más dolor. Y se preguntaban en el vestuario qué más les podía suceder. Ha sido una temporada dura dónde aún pesaban las consecuencias de otras muy difíciles también. Esta plantilla ha vivido el cáncer de Abidal primero y después, el de Tito con desenlace fatal. Lo ha vivido, lo ha sufrido y lo ha gestionado, como dice Mascherano, como ha podido. Pero tienen un buen espejo en el que mirarse para sobreponerse. Se llama Vilanova. El mismo que tuvo mucho tiempo como «estado» en su perfil de whatsapp la frase «seny, pit i collons» (juicio, pecho y cojones).

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