THE OBJECTIVE
Iker Izquierdo

Juzgar a Kim Jong-un

Ahora le ha tocado el turno a Kim Jong-un, que todo sea dicho, es un blanco fácil, y no por sus hechuras rechonchas, sino porque Corea del Norte es el país al que más o menos el 90% de los países del planeta considera un enemigo.

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Juzgar a Kim Jong-un

Ahora le ha tocado el turno a Kim Jong-un, que todo sea dicho, es un blanco fácil, y no por sus hechuras rechonchas, sino porque Corea del Norte es el país al que más o menos el 90% de los países del planeta considera un enemigo.

Más o menos cada 6 meses, Human Rights Watch o alguna otra organización que tiene la cara dura de proclamarse como “no gubernamental”, exige (o sea, exige, qué huevos) juzgar a no sé qué jefe de estado. Ahora le ha tocado el turno a Kim Jong-un, que todo sea dicho, es un blanco fácil, y no por sus hechuras rechonchas, sino porque Corea del Norte es el país al que más o menos el 90% de los países del planeta considera un enemigo. Aunque la mayoría de esos países no cuenten nada en el panorama internacional y sus costas o fronteras queden a miles de kilómetros de este país.

HRW es una organización que se dedica a elaborar informes sobre la situación de los Derechos Humanos en los distintos estados del mundo. Evidentemente tienen un negocio excelente, pues dado que la Declaración Universal de los Derechos Humanos es imposible de cumplir tienen asegurados sus puestos de trabajo por los siglos de los siglos, o hasta que el chiringuito ideológico de la ONU sea sustituido por otro.

Por otra parte, la gracia consiste en la fórmula que utiliza HRW: exigir. Como si esta organización poseyera sus propias fuerzas armadas, cuerpo de policía y tribunales que pudiesen entrar en Corea del Norte por las bravas, ponerle las esposas a Kim Jong-un, leerle sus derechos como hemos aprendido todos en las series policiales gringas y darle un juicio justo, y tal y tal. Es espantosamente ridículo. 

Pero es que incluso aunque Corea del Norte fuese invadida por mandato de la ONU y Kim Jong-un juzgado a posteriori, no se trataría de una pretendida justicia universal, plataforma metafísica en la que se sitúa HRW, sino la justicia de los vencedores sobre los vencidos, como se ha dado siempre en la tradición histórica de todas las naciones que han sido.

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