THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

La bomba de las religiones

La experiencia conocida nos dice que genera tensiones innecesarias, y en el límite hasta la cosa le ha costado la vida a más de uno. Un dislate. Por eso yo no dije nunca que era Charlie, cuando la masacre contra la revista satírica francesa. Porque no me gusta

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La experiencia conocida nos dice que genera tensiones innecesarias, y en el límite hasta la cosa le ha costado la vida a más de uno. Un dislate. Por eso yo no dije nunca que era Charlie, cuando la masacre contra la revista satírica francesa. Porque no me gusta

El artista marroquí Mounir Fatmi ha diseñado esta escultura provocativa, en la que unos cables que simulan un artefacto explosivo unen el Nuevo testamento y el Corán, este en versiones original y francesa. Dicen que ha hecho esta creación artística para poner a prueba la tolerancia de las religiones. Me temo que le van a dar hasta el el carnet de identidad.

Como criterio general ya saben que no me gusta mezclar las creencias religiosas con el humor y el arte. La experiencia conocida nos dice que genera tensiones innecesarias, y en el límite hasta la cosa le ha costado la vida a más de uno. Un dislate. Por eso yo no dije nunca que era Charlie, cuando la masacre contra la revista satírica francesa. Porque no me gusta. Porque creo que hay materias que afectan a lo más íntimo de las personas que no dan para hacer gracias.

Pero me ha interesado esta obra. Me parece interesante. Caben interpretaciones diversas, y yo me quedo con la positiva. Hoy es una bomba la mezcla de esas dos religiones, de esas dos culturas. Pero no debiera serlo. Y lo es porque hay en el Islam quien ha convertido en enemigos a los cristianos y han puesto en marcha una máquina de matar indecente e insoportable. Y si fuéramos capaces de conectar ambas religiones sin ese fondo expansivo y liquiidador, podíamos enriquecernos desde experiencias y creencias diferentes, y coexistir pacíficamente. Pero a lo largo de la historia no ha sido así, y no lo es hoy, y me parece atinado generar debate desde el arte con una obra como esta que no interpreto como partidaria, sino como un alegato por el sentido común, por no convertir en una bomba peligrosa unas creencia que debieran servir para buscar el bien común, la paz, la concordia y el entendimiento. Esa maraña de cables representa la locura del ser humano, hoy y siempre. La maldad. La incapacidad de vivir en paz por la codicia de unos pocos que manejan a muchos. Ojalá algún día desactivemos una bomba que no debiera existir.

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