THE OBJECTIVE
Xiskya Valladares

La Brazuca, el balón del trabajo femenino

No nos dejemos esclavizar por las marcas que es en lo que ellos invierten más. Sólo poseemos aquello de lo que podemos desprendernos, de lo contrario, somos poseídos.

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La Brazuca, el balón del trabajo femenino

No nos dejemos esclavizar por las marcas que es en lo que ellos invierten más. Sólo poseemos aquello de lo que podemos desprendernos, de lo contrario, somos poseídos.

Esta vez son mujeres. La Brazuca, el balón del Mundial de Fútbol de Brasil, se fabrica en Sialkot (Pakistán) de un modo muy artesanal. Nada más y nada menos que con el trabajo de un buen número de mujeres. Estaría muy bien todo esto si consideramos que promociona el trabajo femenino. Las trabajadoras, de hecho, no se quejan, pero no sé cómo lo veis vosotros. El salario que reciben es el sueldo mínimo, 100 dólares al mes, y como gran logro tienen abonos para su jubilación, seguro de vida y ayuda para el transporte. Pero el balón lo venderá Adidas por 128 euros, mucho más que el sueldo de un mes de una sola de las trabajadoras. Como consuelo de conciencia ofrecerán una réplica del mismo por 29 euros. Parece que se trata de un trabajo legal, pero ¿es moral? A veces hay que recordar que no todo lo legal es necesariamente moral o lícito.

Hace un par de años, en 2012, la corporación internacional Inditex, que incluye las marcas Zara, Bershka, Pull&Bear, Stradivarius, Oysho y Massimo Dutti, fue denunciada por abusos a las trabajadoras en los talleres textiles de Tánger. Adidas no se la iba a jugar esta vez. Pero se ha convertido en práctica habitual de muchas multinacionales: vender caro el producto de su marca aunque el coste haya sido nimio gracias al abuso de leyes laborales injustas que rigen el trabajo de niños y mujeres. Claro, que en marketing para comernos la cabeza no escatiman dinero.

Mientras tanto, nosotros consumimos y lucimos orgullosos los productos de estas grandes marcas. Ojos que no ven, corazón que no siente. Y no es para recriminar nada al consumidor que está en todo su derecho de pagar lo que quiera aunque el coste del producto fuera cero. Sólo quiero reflexionar en voz alta. No propongo la inútil campaña de no comprar. Pero sí que exijamos a nuestros gobiernos leyes más justas. Que sigamos luchando por la igualdad de derechos de la mujer y en contra del trabajo infantil. Que no nos quedemos tan tranquilos. Nuestra conciencia no puede permanecer dormida mientras haya injusticias en este mundo. Cuando nos toca a uno de los nuestros, seguro que reaccionamos. Pakistaníes o chinas o congoleñas viven lejos, es verdad, tienen sus gobiernos, nada podemos hacer nosotros, pero no pensamos esto cuando consumimos el fruto de sus trabajos. Y sobre todo, no nos dejemos esclavizar por las marcas que es en lo que ellos invierten más. Sólo poseemos aquello de lo que podemos desprendernos, de lo contrario, somos poseídos.

Os recomiendo el «Libro negro de las marca» (2011), de la editorial Deuticke publicado por dos periodistas Klaus Werner y Hans Weiss, sobre las llamadas “fábricas del sudor” del Tercer Mundo en las que trabajan unos 12 millones de niños menores de 14 años. La traducción al castellano es de 2003 publicada por la Editorial Sudamérica (Buenos Aires) y se puede encontrar gratis en PDF por Internet.

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