THE OBJECTIVE
Javier Quero

La Cataluña venezolana

«ERC no tiene ni puta idea de gobernar». Lo afirmó Duran i Lleida, aunque luego se disculpó por haber dicho puta. ERC es el partido que manda en Cataluña mientras CiU hace que gobierna.

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La Cataluña venezolana

«ERC no tiene ni puta idea de gobernar». Lo afirmó Duran i Lleida, aunque luego se disculpó por haber dicho puta. ERC es el partido que manda en Cataluña mientras CiU hace que gobierna.

«ERC no tiene ni puta idea de gobernar». Lo afirmó Duran i Lleida, aunque luego se disculpó por haber dicho puta. ERC es el partido que manda en Cataluña mientras CiU hace que gobierna. Creo que Duran lo sabe. Me pregunto si al moderado líder de la unión de conveniencia con Convergencia le habrá ocurrido lo mismo que a mí al observar la foto de la detención del disidente venezolano Leopoldo López. Por mi parte, no he podido evitar ver en la cara del opositor arrestado el rostro de Albert Rivera. Es lo que le esperaría a una hipotética Cataluña independiente con Oriol Junqueras como líder. Al recalcitrante adalid de Izquierda Republicana de Cataluña no le han dolido prendas al referirse a Venezuela como modelo de democracia. Por eso, no es descabellado aventurar que en esa imposible República Independiente de Cataluña todo aquel que opinase algo contrario al dirigente plenipotenciario sería convenientemente depurado. Como en Venezuela, vamos.

El verano pasado, Artur Mas anunció públicamente la creación de un listado de patriotas catalanes. La lista de Mas haría de menos a los demás, pero lograría algo más importante que destacar a los adeptos, identificar a los desafectos. Aquella lista tan tonta no llegó a elaborarse. Quizá la propuesta permanezca dormida a la espera del momento oportuno para perpetrarla, pero su mera exposición demuestra la idea de la Cataluña soberana que tienen Mas y su jefe, Junqueras.

La paranoia secesionista precisa el control exhaustivo de todos aquellos que discrepen del movimiento independentista. El nacionalismo, o nazi onanismo, es una suerte de masturbación ideológica que rebaja a condición de manubrio la parte del cerebro dedicada al razonamiento. En esa tesitura, es habitual la persecución del disidente, propia de regímenes totalitarios. Así, de prosperar, Junqueras sería presidente y Rivera presidiario.

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