THE OBJECTIVE
Jorge Martin Frias

La decencia de mil cadáveres

El mal es un compañero de la existencia humana y el primer paso para ser conscientes pasa por su reconocimiento. Normalmente, contra lo primero que atenta es contra la libertad humana, a veces abiertamente a veces a través de trucos sutiles que lo enmascaran. Por ello, hemos de estar atentos a los usos del lenguaje y de la estética, ambos instrumentos probadamente eficaces para la prosecución de sus objetivos.

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La decencia de mil cadáveres

El mal es un compañero de la existencia humana y el primer paso para ser conscientes pasa por su reconocimiento. Normalmente, contra lo primero que atenta es contra la libertad humana, a veces abiertamente a veces a través de trucos sutiles que lo enmascaran. Por ello, hemos de estar atentos a los usos del lenguaje y de la estética, ambos instrumentos probadamente eficaces para la prosecución de sus objetivos.

Veo en The Objetive cuatro fotonoticias de treinta relacionadas, de un modo u otro, con el Estado Islámico y no dejo de preguntarme si realmente estamos concienciados de la amenaza que el terrorismo supone para nuestros derechos y libertades. Cierto es que en las tertulias y medios de comunicación el tema está presente, pero hasta qué punto cada uno de nosotros siente la amenaza como propia y va más allá del tan banal como recurrente “¿Cómo es posible que esto suceda en el siglo XXI?”.

Tal vez, el primer escollo a superar para sentir e interiorizar la amenaza y lo que conlleva sea dar respuesta a la manida pregunta y, por qué no, ampliarla. Esto es, ¿Cómo es posible que esto suceda en el siglo XXI?¿Y en el XX? ¿Y en el XIX? ¿Y en el XVIII? Una vez demostrado que el escribidor sabe de números romanos, vayamos a la respuesta: El mal existe, camina y toma formas distintas (Auschwitz, los Gulags, los Jemeres Rojos, ETA, etc.). ¿Hasta cuándo? El socarrón de Gilbert Kleith Chesterton lo tenía claro, “¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios”. Está ahí y ahí estará.

El mal es un compañero de la existencia humana y el primer paso para ser conscientes pasa por su reconocimiento. Normalmente, contra lo primero que atenta es contra la libertad humana, a veces abiertamente a veces a través de trucos sutiles que lo enmascaran. Por ello, hemos de estar atentos a los usos del lenguaje y de la estética, ambos instrumentos probadamente eficaces para la prosecución de sus objetivos. Un ejemplo de la mano del <<carnicero de Praga>>, Himmler, “la mayoría de vosotros sabrá lo que significa ver cómo yacen juntos cien, quinientos o mil cadáveres […] Haber aguantado esto y en medio de ello haber mantenido la decencia”. Obsérvese en la misma frase “cadáveres” y “decencia”.

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