THE OBJECTIVE
Pablo Mediavilla Costa

La epopeya de Vietnam

«El sur era más democrático, pero el lado que tiene menos dudas, gana», dice un anciano combatiente vietnamita en The Vietnam War, la serie documental recién estrenada por la PBS, la televisión pública norteamericana.

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La epopeya de Vietnam

«El sur era más democrático, pero el lado que tiene menos dudas gana», dice un anciano combatiente vietnamita en The Vietnam War, la serie documental recién estrenada por la PBS, la televisión pública norteamericana. La obra en diez episodios, construida con un apabullante archivo de grabaciones, fotografías y testimonios, como es norma en su director Ken Burns, es tanto una narración de la desastrosa contienda como un viejo cuento sobre la condición humana. Toda historia de guerra lo es.

Al margen, pues, de las singularidades, se aparece muy pronto la incapacidad del hombre para esquivar la tragedia, la llamada de la sangre. Los vietnamitas, arengados por un Ho Chi Minh decidido a expulsar al poder colonial francés, a cualquier poder foráneo -en Francia había probado el estudiante Ho la miel de la libertad-; y Kennedy, convencido (forzado a convencerse) de que en el pequeño apéndice asiático se libraba una batalla decisiva contra el comunismo.

La secuencia de hechos consumados, acciones y reacciones, errores y provocaciones es vertiginosa y fatal. La anticipación oracular del desastre en la voz de observadores en el terreno es escalofriante. «Cuando pones el primer soldado en tierra, ya no sabes cuántos más le van a seguir», advierte Maxwell Taylor, general y embajador norteamericano en Saigón, al presidente Lyndon B. Johnson. Un conflicto clásico en su inevitabilidad; donde múltiples velos y fantasmagorías confunden y condenan a los protagonistas.

El hombre está y estará siempre solo y desarmado ante la muerte. Unos audios excepcionales de Kennedy, primero, y de Johnson, después; una suerte de diario hablado frente a una grabadora en el despacho más silencioso del planeta, los presenta superados por un dilema sin solución. «Me siento como un idiota en una tormenta de granizo en Texas; no puedo huir, no me puedo esconder y no puedo detenerla», dice Johnson. Ho Chi Minh y Le Duan están también solos en la cumbre, y dispuestos a todo. En el laberinto morirán dos millones de civiles, un millón de soldados norvietnamitas y guerrilleros del Viet Cong, 250.000 soldados de Vietnam del Sur y 58.000 norteamericanos.

Abre Canetti Masa y poder con esta bella sentencia: «Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido». Cabría añadir que la reacción natural del hombre es destruir lo que teme y desconoce. «Con cada vietcong detenido o muerto eliminaban a un soldado; pero con cada muerto o detenido por error, creaban diez nuevos soldados», dice de los norteamericanos un miembro de las fuerzas especiales de Vietnam del Sur. Muchos veteranos repiten que no supieron leer al enemigo. Los vietnamitas dicen algo parecido: «No pensamos que llegarían tan lejos, pero ellos no entendían que no nos rendiríamos nunca». La guerra como incomunicación radical; como diálogo mecánico de armas y muerte.

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