THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

La huida y los recuerdos

A veces los recuerdos debieran servir parta remover conciencias. ¿Nadie tiene presente lo sucedido en esa guerra que parace lejana, pero que históricamente sucedió ayer, en la puerta de nuestra casa, con consecuencias terribles y heridas aún no sanadas? ¿Es que pertenecemos a una especia que nunca va a aprender de los errores?

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La huida y los recuerdos

A veces los recuerdos debieran servir parta remover conciencias. ¿Nadie tiene presente lo sucedido en esa guerra que parace lejana, pero que históricamente sucedió ayer, en la puerta de nuestra casa, con consecuencias terribles y heridas aún no sanadas? ¿Es que pertenecemos a una especia que nunca va a aprender de los errores?

La foto de Antonio Bronic, con ese punto bucólico que transmite el paisaje junto al drama, nos muestra de nuevo el horror de la huida de los refugiados. Los hombres cargados de bolsas con los pocos enseres rescatados. Las mujeres con los niños a cuestas. Muchos han cambiado de ruta y recorren centenares de kilómetros por caminos salpicados de minas antipersona de cuando la guerra de los Balcanes, hasta que consiguen sortear la frontera serbio-croata.

A veces los recuerdos debieran servir parta remover conciencias. ¿Nadie tiene presente lo sucedido en esa guerra que parace lejana, pero que históricamente sucedió ayer, en la puerta de nuestra casa, con consecuencias terribles y heridas aún no sanadas? ¿Es que pertenecemos a una especia que nunca va a aprender de los errores? 

No me cabe duda que, en su huida, estos seres humanos que vagan huyendo del horror y buscando vivir en paz en su miseria recuerdan bien lo sucedido. Y por eso en sus rostros no percibimos esperanza, solo la angustia. Porque ellos tienen respuesta a la pregunta, y saben que no. Saben que la codicia y el egoismo del mal denominado primer mundo nos impide hasta aprender de los errores, y con el recuerdo aún en carne viva, evitar que el drama se repita. No hemos aprendido en siglos, como para aprender de repente por muchas imagenes terribles que algún reportero freelance sea capaz de mostrarnos para remover nuestras conciencias.

Mientras solo reaccionemos un poquito ante una foto terrorífica, para olvidarnos de ella la semana siguiente, sin entender que lo malo no es el dolor y el grito que nos refleja cada foto, sino el horror, el dolor y los gritos previos, en silencio, sin fotos, que cada uno de ellos ha vivido durante años, seguiremos igual. En la huida, y con los recuerdos de siempre que no sirven para nada

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