THE OBJECTIVE
Marta Parreño Gala

La imagen con sangre entra

Un gran holocausto anual en pro del estilo y la vanidad. Y la manera en que viven y mueren estos animales nada tiene que ver con la dignidad ni con el respeto ni con nada que se le parezca.

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La imagen con sangre entra

Un gran holocausto anual en pro del estilo y la vanidad. Y la manera en que viven y mueren estos animales nada tiene que ver con la dignidad ni con el respeto ni con nada que se le parezca.

Dicen que la letra con sangre entra. Dicen. Si es eso es así, lo mismo sucedería con las imágenes. Rodeados e invadidos por ellas durante todas las horas de todos días, cada vez es más necesario generar imágenes potentes y provocar molestia, náusea o ruido para poder ser vistos. Porque nadie ve a nadie ni nadie escucha a nadie, no nos engañemos. Pero los activistas de AnimaNaturalis se hicieron ver y oír anteayer en Barcelona dejándose la ropa y la piel en las escaleras de la Plaza del Rey en un desnudo colectivo rociado con sangre artificial.

Conscientes de que el desnudo vende -palabra utilizada en el 100% de los titulares que se han referido a la noticia-, los activistas han lanzado un grito sordo a través de pancartas mientras reclamaban atención poniendo sus cuerpos de atrezzo al servicio de esta causa. “Los animales necesitan su piel, tú no”. Con ese lema tan sencillo denuncian la cantidad de animales que son sacrificados para poder confeccionar un abrigo. La ecuación sería sencilla en este mundo inmundo: unas cuantas vidas de animales valen lo mismo que el capricho de un humano con ínfulas.

Este revuelto de cuerpos y sangre es el señuelo que hace que nos acerquemos y conozcamos cifras y comportamientos obscenos: según AnimaNaturalis más de 60 millones de animales son sacrificados en todo el mundo para comerciar con su piel.

Un gran holocausto anual en pro del estilo y la vanidad. Y la manera en que viven y mueren estos animales nada tiene que ver con la dignidad ni con el respeto ni con nada que se le parezca. Un ejemplo más del daño que hacemos habiéndonos autoerigido dueños de este planeta y todo lo que lo habita.

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