THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

La importante es Calviño

«Que dimita Sánchez sería lo mejor que podría ocurrir a España, no lo duda nadie excepto los podemitas y los socialistas recalcitrantes que pase lo que pase seguirán votando al puño y la rosa aunque el candidato les lleve al infierno»

Opinión
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La importante es Calviño

El miércoles por la noche, dicen, Nadia Calviño presentó su dimisión a Pedro Sánchez en cuanto se enteró del acuerdo que había firmado con Bildu para derogar íntegramente la Ley de Reforma Laboral de Fátima Báñez. Dicen también que esa fue la razón de que Sánchez diera orden de que su gente declarara que la Reforma Laboral no se iba a derogar íntegramente sino solo en algunos aspectos.

Lo segundo está confirmado, pero lo primero no, aunque lo cuentan algunos compañeros de la vicepresidenta económica que, a su vez, afirman que no lo saben directamente por la propia Calviño, sino por la rumorología que también invade a los propios miembros del gobierno.

Que dimita Sánchez sería lo mejor que podría ocurrir a España, no lo duda nadie excepto los podemitas y los socialistas recalcitrantes que pase lo que pase seguirán votando al puño y la rosa aunque el candidato les lleve al infierno. Pero si dimite Nadia Calviño de forma irrevocable, o el presidente le toma la palabra y acepta la dimisión, ya podemos ir preparándonos para lo peor. Peor incluso que lo que estamos viviendo, la situación más crítica que se ha vivido en España en los últimos 45 años.

Si dimite Calviño, es difícil que llegue la ayuda europea, y sin esa ayuda llegará irremediablemente la miseria. Ya ha aparecido, pero no es nada comparado con lo que puede ocurrir si Bruselas no nos echa una mano.  No se fía nada de Pedro Sánchez, todavía menos de Pablo Iglesias, le parece un disparate todo lo que hace este gobierno, y los únicos ministros por los que siente respeto son Nadia Calviño y Luis Planas, con formación económica, experiencia sobrada en política europea donde han cumplido destinos de relevancia y que, además, son personas de palabra, lo que no puede decirse de Sánchez.

Así que, cuando se pida “gobierno, dimisión” o “presidente, dimisión” con el sonido de las cacerolas, estaría bien añadir “menos Calviño”. Porque si creen los  de las cacerolas que con la dimisión del gobierno y las nuevas elecciones llega el milagro, ya pueden ir haciéndose a la idea de que es probable que eso no ocurra: Casado no acaba de ejercer como el gran líder de la oposición que España necesita, y es de dominio público que el voto de izquierdas es mucho más fiel que el de la derecha… incluso cuando el candidato a presidente es un personaje tan peligroso en todos los sentidos como Pedro Sánchez.

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