THE OBJECTIVE
Carmen Ro

La infanta hundida

Si miro a la infanta en esta foto, hundida no parece. De hecho, lo que parece es demasiado sonriente para estar saliendo de un juzgado. Si doy crédito a lo que cuentan algunos de sus allegados, la infanta Cristina se siente sola y hundida.

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La infanta hundida

Si miro a la infanta en esta foto, hundida no parece. De hecho, lo que parece es demasiado sonriente para estar saliendo de un juzgado. Si doy crédito a lo que cuentan algunos de sus allegados, la infanta Cristina se siente sola y hundida.

Si miro a la infanta en esta foto, hundida no parece. De hecho, lo que parece es demasiado sonriente para estar saliendo de un juzgado. Si doy crédito a lo que cuentan algunos de sus allegados, la infanta Cristina se siente sola y hundida. Ya se sentía así en días pasados y no creo que el auto de ayer del juez Castro haya elevado su ánimo.

Lo de la soledad es relativo. Además de tener junto a ella a su marido en el que tan plenamente confía, su madre, Doña Sofía, se fue también a Ginebra esta semana para estar a su lado. Y, aunque le pillen ya más lejos, la infanta cuenta además con el apoyo de sus abogados, que van a recurrir el auto del juez que confirma su imputación. Que no se me olvide que Fiscalía Anticorrupción también va a recurrir la decisión de Castro ante la audiencia Provincial de Palma de Mallorca.

Sola, sola, no es como para sentirse. Pero lo dice alguien que nunca ha sido infanta. Quizá se sintió sola los días pasados, días de abdicación de su padre y de proclamación de su hermano Felipe VI. Días en los que la infanta estuvo en Madrid, dicen que en Zarzuela, pero no fue invitada a los fastos. Para una infanta puede suponer esto un gran sentimiento de soledad.

Hundida. Según palabras de algunos de sus amigos, al abrirse la caja de los truenos del Caso Nóos, la infanta estuvo “extremadamente enfadada”. Del enfado pasó a sentir que ella y su marido Urdangarin eran “chivos expiatorios de la corrupción en España y que les iba a tocar pagar los platos rotos de todos”. Y de ahí al hundimiento. En cualquier caso que la infanta está hundida es una apreciación, una opinión, y hasta una suposición, que está imputada es un hecho.

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