THE OBJECTIVE
Paco Segarra

La línea editorial de la Iglesia Católica

Esto puede parecer una obviedad porque es evidente que todas las marcas están continuamente emitiendo mensajes: publicitarios, promocionales, financieros, sociales. Mensajes que, como los de los medios de comunicación, afectan a nuestras vidas en mayor o menor medida.

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La línea editorial de la Iglesia Católica

Esto puede parecer una obviedad porque es evidente que todas las marcas están continuamente emitiendo mensajes: publicitarios, promocionales, financieros, sociales. Mensajes que, como los de los medios de comunicación, afectan a nuestras vidas en mayor o menor medida.

Vengo defendiendo últimamente que las marcas comerciales son también medios de comunicación. Esto puede parecer una obviedad porque es evidente que todas las marcas están continuamente emitiendo mensajes: publicitarios, promocionales, financieros, sociales. Mensajes que, como los de los medios de comunicación, afectan a nuestras vidas en mayor o menor medida.

Sin embargo, es también una obviedad que las marcas no se perciben a sí mismas como medios de comunicación. Y esto hace que carezcan de una línea editorial que garantice la coherencia de los contenidos que lanzan al mercado.

Una de las mejores marcas de la historia, la Iglesia Católica, lo ha sabido y lo ha aplicado desde el principio. Su línea editorial está muy clara: se concentra en un libro bastante breve que se llama Evangelio. A partir de esta línea editorial, todos los mensajes que ha lanzado y que lanza la Iglesia tienen una coherencia interna enorme. El hecho de que el mensaje-contenido se ofrezca en los más variados contenedores no solo no le resta eficacia, sino que la aumenta. Las catedrales, la pintura y la música religiosas, la propia liturgia, no son contenidos distintos, sino el mismo adaptado al medio y a la audiencia. Por otra parte, la línea editorial de la Iglesia le impide ofrecer contenidos que en un momento determinado puedan parecer atractivos, pero que serían rechazados por su audiencia: el tema del aborto o de la unión «matrimonial» de parejas del mismo sexo, por ejemplo.

En cambio, la línea editorial de la Iglesia exige que se realicen acciones como la reciente visita del Papa Francisco a un barrio marginal de Roma. Está en la esencia de esa línea editorial la opción por los pobres y desamparados. Podría afirmarse también que la elección del nombre «Francisco» por parte del Papa responde a esa misma estrategia: reivindica a uno de los santos más queridos por su audiencia, Francisco de Asís. «Francisco» es un contenido en sí mismo -paz, pobreza, ecología-; es una gran submarca; es, en dos palabras, un plan de marketing; es, en definitiva, una genialidad de los gestores de una marca que lleva más de dos mil años disfrutando de una notoriedad elevadísima, y que, gracias a su línea editorial, ha construido una audiencia propia tan fiel como comprometida.

Aprendan, pues, las marcas de la Iglesia y convénzanse de que, como medios que también son, deben construir su propia audiencia. Aunque sin línea editorial no lo conseguirán nunca.

PS: No se trata de «story telling» -narración, en definitiva-, ni de «content management» -coordinación y gestión-, ni siquiera de «marketing de contenidos» -distribuirlos en el mercado-. Pero se lo explicaré otro día.

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