THE OBJECTIVE
Roberto Herrscher

La marihuana y la memoria

Dice un viejo chiste que aquellos que recuerdan bien los años sesenta es que no los vivieron. Quiere decir, claro, que vivir a tope la época del sexo, las drogas, el rock and roll, el desenfreno de los sentidos, el no pensar en el mañana… lleva indefectiblemente a no acordarse del ayer. Las borracheras se recuerdan borrosas. O no se recuerdan. Y cuando de una juventud disoluta se pasa a una madurez ordenada, seria y aburrida, hay más de una razón para no querer acordarse.

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La marihuana y la memoria

Dice un viejo chiste que aquellos que recuerdan bien los años sesenta es que no los vivieron. Quiere decir, claro, que vivir a tope la época del sexo, las drogas, el rock and roll, el desenfreno de los sentidos, el no pensar en el mañana… lleva indefectiblemente a no acordarse del ayer. Las borracheras se recuerdan borrosas. O no se recuerdan. Y cuando de una juventud disoluta se pasa a una madurez ordenada, seria y aburrida, hay más de una razón para no querer acordarse.

Primero, para muchos el recuerdo de los sueños del ayer y su comparación con el hoy, que puede ser gris y monótono, puede ser doloroso. Quién nos quita lo bailado, sí, pero para tantos que conozco, estar todo el tiempo recordando lo bailado en medio de una vida sin baile es una recriminación constante: como si el yo joven le viviera echando en cara sus cobardías, debilidades y cerrazones al yo mayor.

Pero por otro lado, lo vivido entre nubes de alcohol, marihuana u otro tipo de estimulantes del cuerpo, de la mente y del espíritu se recuerda borroso, y muchas veces se prefiere recordar mal, recordar distinto, no recordar.

Por eso me llama la atención esta noticia. ¿Realmente puede tener valor científico lo que recuerdan los chicos y chicas que dicen fumarse uno o más porros al día? ¿De qué se acuerdan? ¿De qué se pueden o se quieren acordar?

La memoria es una construcción. Y lo que se construye, para bien y para mal, con gozo y también con melancolía, cuando uno no para de fumar esa hierba entre dulce y ácida, es una construcción de humo. Un castillo hecho de humo.

Puede ser que, según esta encuesta federal, ya en Estados Unidos sean más los que fuman marihuana que los que fuman tabaco. Pero yo no confiaría en la exactitud de las respuestas de quienes contestan entre miradas perdidas y risitas.

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