THE OBJECTIVE
Ferran Caballero

La más tonta de todas

Decía alguien el miércoles que la igualdad no se alcanzará de verdad hasta el día en que la más tonta de las mujeres acceda al mismo trabajo que el más tonto de los hombres. Y yo entiendo muy bien la tentación de igualarlo todo por abajo, porque suena igual de bien y cuesta mucho menos, pero mucho me temo que aquí serviría para tanto como en la educación; es decir, para nada. Me gustaría saber, por ejemplo, a quién consideramos el más tonto de los hombres. Y mucho más todavía a quién nos atreveríamos a llamar la más tonta de las mujeres. Y en qué trabajo podría darse tan triste y tan ansiada igualdad. Porque yo, que jamás osaría aventurarme por estos jardines, he tratado de imaginar al uno y a la otra y sospecho que la más tonta de las mujeres, que bien podría ser la más bella de las top models, ni podría ni querría hacer el trabajo del más tonto de los hombres, que bien podría ser el más fuertote de los paletas. Y viceversa. Y que, por lo tanto, no tiene ningún sentido aspirar a esta igualdad.

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La más tonta de todas

Decía alguien el miércoles que la igualdad no se alcanzará de verdad hasta el día en que la más tonta de las mujeres acceda al mismo trabajo que el más tonto de los hombres. Y yo entiendo muy bien la tentación de igualarlo todo por abajo, porque suena igual de bien y cuesta mucho menos, pero mucho me temo que aquí serviría para tanto como en la educación; es decir, para nada. Me gustaría saber, por ejemplo, a quién consideramos el más tonto de los hombres. Y mucho más todavía a quién nos atreveríamos a llamar la más tonta de las mujeres. Y en qué trabajo podría darse tan triste y tan ansiada igualdad. Porque yo, que jamás osaría aventurarme por estos jardines, he tratado de imaginar al uno y a la otra y sospecho que la más tonta de las mujeres, que bien podría ser la más bella de las top models, ni podría ni querría hacer el trabajo del más tonto de los hombres, que bien podría ser el más fuertote de los paletas. Y viceversa. Y que, por lo tanto, no tiene ningún sentido aspirar a esta igualdad. 

 

Así que no sé qué sentido tendría seguir insistiendo en una igualdad a la que ni se puede ni se quiere aspirar. Y es que si algo me han dejado claro tantas y tan feministas es que yo no soy nadie para juzgar las decisiones, valores y preferencias de las mujeres, por tontas que fueran. Así que, por el exigido respeto a las mujeres y sus decisiones y por la certeza de vivir en una democracia donde tienen exactamente los mismos derechos que los hombres, me veo obligado a explicar que la diferencia de sueldos y cargos entre hombres y mujeres no es más que la manifestación de sus distintas y legítimas preferencias. Que decir como tanto se dice estos días que las mujeres son menos capaces de los hombres de decidir libremente sus preferencias personales y laborales es un paternalismo muy injusto para con ellas. Y que, como decía Christina Sommers, si alguna quiere acabar con la diferencia salarial e igualarse de verdad, por arriba, con los hombres más bien pagados, lo único que tiene que hacer es estudiar ingeniería electrónica. 

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