THE OBJECTIVE
Teresa Viejo

La mujer corriente

El votante no ha soportado la falta de empatía de quienes le tiraban de las orejas acusándole de despilfarrar, cuando el sueldo no le daba ni para llenar el depósito a final de mes. Ponerse en los zapatos del otro es un ejercicio tan necesario como gratificante.

Opinión
Comentarios
La mujer corriente

El votante no ha soportado la falta de empatía de quienes le tiraban de las orejas acusándole de despilfarrar, cuando el sueldo no le daba ni para llenar el depósito a final de mes. Ponerse en los zapatos del otro es un ejercicio tan necesario como gratificante.

Hubo un tiempo en que los políticos no lloraban. Recibían el triunfo con vanidad y encajaban la derrota entre la rabia y el orgullo. Hubo otro en que ni siquiera reían; un tiempo de discursos verticales y púlpitos. Pero ya no cuela. Las elecciones autonómicas, además de penalizar una marca o a un partido, aparte de una gestión, han castigado el alejamiento. El votante no ha soportado la falta de empatía de quienes le tiraban de las orejas acusándole de despilfarrar, cuando el sueldo no le daba ni para llenar el depósito a final de mes. Ponerse en los zapatos del otro es un ejercicio tan necesario como gratificante. Nos abre los ojos. Nos coloca en el mundo. En esto anida una parte del éxito de esas agrupaciones nacidas en los últimos meses que se han erigido en contraseñas para la gobernabilidad. Cierto que casi nadie conoce sus programas e incluso muchos se tratan de escuálidas líneas, sin embargo sus vecinos contemplan a sus miembros como iguales. Coinciden en la fila de la pescadería; son el encargado del bar donde toman café o la profesora de su hijo. ¿Esto garantiza una buena gestión? Para nada, pero sienten que la percepción de honradez resulta suficiente. Las emociones son tan humanas como el raciocinio. La mujer de la foto representa a alguien corriente que ha logrado lo imposible, en una sociedad que premia lo épico. Arrastramos el espíritu quijotesco en el ADN; ojo, tanto como denigrar a quien asciende muy rápido. Esa mujer con nombre de fantasía infantil ha llorado, reído, gritado, defendiendo su causa, y los jirones de piel que se ha dejado en el camino se han revertido en votos. Los analistas dirán que la política no debe plegarse a la emoción, aunque lo contrario suena a burocracia.

 

 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D