THE OBJECTIVE
José María Marco

La nueva batalla de Faluya

La semana pasada empezó la nueva batalla de Faluya, la ciudad situada sobre el Éufrates, al oeste de Bagdad y capital de la región central sunita de Irak. No es el primer enfrentamiento bélico que conoce Faluya. En 2004, cuando estaba tomada por al Qaeda, las tropas norteamericanas tuvieron aquí una de sus batallas más duras y sangrientas desde la Guerra de Vietnam. Se recordará el episodio del linchamiento de los contratistas norteamericanos cuyos cuerpos acabaron colgados en uno de los puentes de la ciudad. En 2014, Faluya se convirtió en uno de los bastiones del Estado Islámico cuando los terroristas arrebataron la ciudad a las fuerzas del gobierno iraquí. La ofensiva de las tropas gubernamentales corrobora por tanto la debilidad del EI y, de acabar con éxito, sería un duro golpe para la delirante ambición territorial, o califal, del grupo terrorista.

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La nueva batalla de Faluya

La semana pasada empezó la nueva batalla de Faluya, la ciudad situada sobre el Éufrates, al oeste de Bagdad y capital de la región central sunita de Irak. No es el primer enfrentamiento bélico que conoce Faluya. En 2004, cuando estaba tomada por al Qaeda, las tropas norteamericanas tuvieron aquí una de sus batallas más duras y sangrientas desde la Guerra de Vietnam. Se recordará el episodio del linchamiento de los contratistas norteamericanos cuyos cuerpos acabaron colgados en uno de los puentes de la ciudad. En 2014, Faluya se convirtió en uno de los bastiones del Estado Islámico cuando los terroristas arrebataron la ciudad a las fuerzas del gobierno iraquí. La ofensiva de las tropas gubernamentales corrobora por tanto la debilidad del EI y, de acabar con éxito, sería un duro golpe para la delirante ambición territorial, o califal, del grupo terrorista.

La noticia, con ser buena, se complica por la situación en el terreno. Un primer problema es que la ofensiva puede ser entendida –y lo está siendo- como una respuesta chií no sólo al EI, sino también a la población sunita. Un pacto entre el gobierno iraquí y las milicias chiíes prevé que estas no entren en la ciudad y desde el mando de las fuerzas de apoyo norteamericanas se les ha pedido a las milicias que no se comprometan más. Por ahora, sin embargo, siguen a la ofensiva.

La población civil no está amenazada sólo desde fuera. El Estado islámico continúa su estrategia -típica de los grupos islamistas de la región- de utilizar civiles para prevenir ataques aéreos, en este caso norteamericanos, y convertir las víctimas en motivo propagandístico. Se sabe que muchos de los 50.000 civiles que quedan en Faluya están siendo concentrados en el centro de la ciudad.

Por otra parte, el Estado Islámico ha recrudecido los ataques en los barrios chiíes de Bagdad, que el gobierno está siendo incapaz de proteger, a diferencia de lo que ocurre en los distritos sunitas, fortificados como plazas fuertes. Bagdad es una ciudad extensa, abierta y muy difícil de asegurar frente a atentados suicidas. El 18 de mayo el Estado Islámico se jactó de que en el último mes había asesinado a 522 iraquíes en el área de Bagdad, casi todos ellos civiles. (Este es el contexto de los ataques a las peñas madridistas.) Si la ofensiva continúa, podría ser que las milicias chiíes se hicieran cada vez más fuertes en Bagdad. El gobierno iraquí habría ganado Faluya, pero estaría en trance de perder influencia en la capital.

La nueva batalla de Faluya permite por tanto comprender algunas de las ambigüedades y las contradicciones de la zona: el infierno en la tierra.

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