THE OBJECTIVE
Victoria Carvajal

La OMC, inospechada aliada de Trump

«La encargada de promocionar el libre comercio y derribar barreras se convierte en aliada del enemigo ‘number one’ del orden multilateral»

Opinión
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La OMC, inospechada aliada de Trump

Paradójico. Así es el último capítulo de la perversa guerra comercial que amenaza con sumir al mundo en una nueva recesión. La Organización Mundial de Comercio (OMC), una institución multilateral a la que el presidente Donald Trump[contexto id=»381723″] no ha hecho más que descalificar y ningunear desde su llegada al poder, ha dado la razón a Estados Unidos. Su tribunal de arbitraje, órgano capacitado para intermediar en conflictos comerciales entre empresas o Estados soberanos, ha autorizado a Washington a tomar medidas de represalia contra la Unión Europea por las que considera ilegales subvenciones dadas al fabricante aeronáutico europeo Airbus, principal competidor de la estadounidense Boeing. Por valor de 7.500 millones de dólares al año, la cantidad más elevada jamás autorizada por la institución en sus 25 años de historia. Una historia nada brillante, dicho sea de paso. Tras fracasar en todas sus rondas de liberalización de comercio tras la de Uruguay que dio paso a su fundación, su prestigio e influencia en el orden mundial había decaído irremediablemente. El proteccionismo de Trump parecía abocarla definitivamente a la irrelevancia. Pero la OMC, encargada de promocionar el libre comercio y derribar barreras, se ha convertido con su decisión en una insospechada aliada del enemigo number one del orden multilateral.

La Administración de Trump ha decidido atacar donde más les duele a los cuatro países que participan en el consorcio Airbus (Alemania, Francia, Reino Unido y España) al subir un 25% del arancel a licores, textiles, vino, aceite de oliva, aceitunas, quesos y otros productos agroalimentarios. Por si no bastaran los efectos que la guerra comercial declarada por EEUU a China estaba ya teniendo sobre las expectativas de crecimiento mundial… Así lo recoge el Fondo Monetario Internacional en sus últimas previsiones: ha rebajado el crecimiento mundial del 3,6% de 2018 al 3,2% para este año. En el caso de Europa aún está por ver si este parón supone entrar en una nueva recesión o en un periodo de estancamiento pasajero. De momento Alemania, Italia y Francia crecen nada o registran cifras negativas. Lo cierto es que la guerra comercial, que solo se recrudecerá si se hacen efectivas las amenazas de sanciones a Europa, se cobra ya sus primeras víctimas.

La alarma se ha disparado en los mercados de valores. En el caso de España supuso la semana pasada el retroceso más fuerte en la bolsa de los últimos tres años. Alemania, la locomotora europea y superpotencia exportadora (el 50% de su PIB), es aún más comprometido. No solo sufre las consecuencias del menor crecimiento de China, uno de sus principales mercados, por el impacto depresor que ha tenido en su consumo la guerra comercial con EEUU. También ha de hacer frente a la caída de la demanda en Reino Unido provocada por la incertidumbre del Brexit. Y para rematar, Trump debe decidir en noviembre si cumple su amenaza de subir los aranceles a la industria automovilística europea. Lo que asestaría el golpe mortal definitivo a Alemania, principal exportador europeo de coches. Y, de paso, a España, que es el segundo. Una decisión que se sumaría al daño que harán los anunciados aranceles contra la industria agroalimentaria, previstos para entrar en vigor tan pronto como el próximo 18 de octubre. En pocos días.

EEUU, una economía mucho menos dependiente de sus exportaciones comparada con Europa o Asia, apenas ha encajado aún el golpe. Pero la subida de aranceles se reflejará inevitablemente en su tasa de inflación en el corto plazo al encarecerse las importaciones. Y la caída de la demanda en el mundo y el pesimismo que se ha instalado en los agentes económicos empieza a hacer mella en sus expectativas económicas. ¿Aguantarán las cifras la campaña presidencial? No parece. Sobre todo porque Wall Street se anticipa a lo que viene y desde septiembre cae un día sí y otro también. Y las previsiones de crecimiento de la primera potencia mundial son las más bajas desde la salida de la última Gran Recesión hace ocho años. El efecto expansivo de las bajadas de impuestos decididas por Trump al principio de su mandato se ha diluido.

Y por mucho que los bancos centrales de EEUU y de la eurozona traten de conjurar los peores augurios con nuevas rebajas de los tipos de interés y aumentando la liquidez a los bancos para que presten dinero a empresas y particulares, es difícil creer que tras comprometer sus balances en la anterior crisis financiera tengan la capacidad de plantarle cara en solitario a una guerra comercial a escala mundial. La llamada a que tome el relevo la política fiscal lanzada por el saliente presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha tenido por ahora un impacto limitado. Son pocos los Estados de la eurozona con las cuentas saneadas que pueden aumentar su gasto público. España, con el déficit más alto, seguro no es uno de ellos. De momento solo se conoce el plan presentado por Alemania para invertir 50.000 millones de euros en cinco años en la lucha contra el cambio climático.

A todo esto el presidente de EEUU ha tenido la desfachatez de vender la decisión de la OMC como una victoria personal. Incluso si la demanda contra Airbus se presentó mucho antes de que él ocupara la presidencia. Es más, él nunca habría recurrido a la OMC, cuyo tribunal de arbitraje internacional siempre ha despreciado. Pero es no le impide apuntarse el tanto: “Hemos ganado ahora porque saben que no me gusta la OMC y quieren que esté contento”. Yo, yo y más yo… Un síndrome que se agudiza a medida que crecen las posibilidades de que se concrete el impeachment contra él. ¿Qué dirá cuando el mismo tribunal se pronuncie a principios de 2020, todo apunta que a favor, sobre la demanda presentada por la UE contra Boeing por las mismas razones? ¿Podría esa sentencia poner fin a una guerra que dura 15 años entre los dos grandes fabricantes aeronáuticos mundiales? Sería lo deseable. Que el conflicto no se extendiera a otros sectores ajenos al mismo. Pero dada la respuesta de Trump, es improbable.

Porque, si como todo parece, entra en vigor la subida de aranceles anunciada por Washington, la tentación de responder es grande (y rentable electoralmente). Cuando salga la sentencia favorable a la UE contra Boeing, ¿impondrá Europa sanciones a las industrias exportadoras más sensibles de EEUU como ha hecho Trump? La principal responsable de Comercio de la UE, Cecilia Malmström, se declara en contra de entrar en esa espiral de represalias. Pero hasta ahora ninguna de las partes se ha sentado a negociar seriamente. Responder a la agresión con otra agresión solo agudizará el deterioro las previsiones económicas mundiales en un momento de gran incertidumbre y fragilidad. Vladimir Putin, siempre a favor de fomentar la hostilidad entre EEUU y Europa y de debilitar a ambos al fin y al cabo, debe de estar frotándose las manos…

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