THE OBJECTIVE
Manuel Arias Maldonado

La paradoja digital

No debería sorprendernos saber que la primera transacción comercial completada en Internet tuvo la marihuana por objeto: la red combina singularmente en sus orígenes la razón estatal y el impulso libertario de la contracultura. ¡Del Pentágono a Anonymous! Sin olvidarnos del liberalismo neoclásico: los creadores de Wikipedia suelen citar entre sus principales inspiraciones un temprano artículo de Hayek sobre la ineficacia de la planificación centralizada. Y no faltan libertarios de derecha que emplean Internet para desentenderse de la tutela gubernamental.

Opinión
Comentarios
La paradoja digital

No debería sorprendernos saber que la primera transacción comercial completada en Internet tuvo la marihuana por objeto: la red combina singularmente en sus orígenes la razón estatal y el impulso libertario de la contracultura. ¡Del Pentágono a Anonymous! Sin olvidarnos del liberalismo neoclásico: los creadores de Wikipedia suelen citar entre sus principales inspiraciones un temprano artículo de Hayek sobre la ineficacia de la planificación centralizada. Y no faltan libertarios de derecha que emplean Internet para desentenderse de la tutela gubernamental.

Nadie ha retratado mejor que Thomas Pynchon la naturaleza ambivalente de la red, primero en Inherent Vice y después en Bleeding Edge, ambientada la primera en la California de los 60 y la segunda en Nueva York durante el fatídico 2001. Tras los atentados que derribaron las Torres Gemelas, sugiere Pynchon, sobrevino la era de la literalidad y el viejo espíritu cuasi-anarquista del Internet originario terminó de desaparecer; víctima, como la ironía misma, del comprensible ataque de seriedad sufrido por la sociedad norteamericana.

Ahí está sin duda la gran paradoja de la red: en esa trayectoria que arranca en la promesa emancipatoria de la libre comunicación global y termina en los datos masivos almacenados por la Agencia de Seguridad Nacional. También Amazon y Facebook empiezan como ideas afortunadas y evolucionan hasta convertirse en monopolios que arrasan con sus competidores, mientras Bitcoin propone un universo monetario alternativo cuya creciente opacidad empieza a recordarnos a las novelas de William Gibson. Éramos unos ingenuos y ahora somos unos cínicos.

¿Tiene esta breve historia sociotecnológica algún valor como parábola? ¿Puede extraerse alguna lección moral de todo esto? Sólo se me ocurre una: que no hay, ni nunca hubo, un lugar a donde huir. Y que la historia de la cultura es, en buena medida, la historia de los paraísos artificiales que no tardan en ser colonizados por el infernal prójimo.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D