THE OBJECTIVE
María Jesús Espinosa de los Monteros

La poeta de la colina

«Ninguna imagen del Capitolio fue tan poderosa como la que hemos imaginado en nuestras mentes gracias a las palabras de Amanda Gorman»

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La poeta de la colina

Patrick Semansky | Reuters

Una joven poeta –no poetisa– negra mujer ha revuelto las almas de los principales líderes de uno de los países más poderosos del mundo. Y lo ha hecho con unas palabras lanzadas aire, las que componen el hermoso poema La colina que subimos, una referencia al Capitolio, el mismo lugar que hace sólo unas semanas fue invadido por hordas de fanáticos trumpianos. Ella es Amanda Gorman.

La poeta afirmó que comenzó a escribir el texto minutos después de recibir la llamada de invitación del equipo de transición de Biden, cuya mujer había asistido a una de sus lecturas y acabó conmovida. La retórica de Churchill, las imágenes de Whitman y el poder del activista abolicionista Frederick Douglas fueron el cóctel poético que le sirvió de inspiración. Acabó el texto justo después de aquella invasión del Capitolio. Lo hizo como una catarsis que hoy ha extendido al resto de su nación -y del mundo-. Lo ha hecho con una voz perfectamente colocada, tranquila, con inflexiones de voz que intentaba rimar con gestos y movimientos de la mano. Y,  por supuesto, sin ningún rastro del tartamudeo que sufrió en su niñez.

La imagen de esa «chica negra flaca, descendiente de esclavos, criada por una madre soltera» recitando frente a todo un planeta fue conmovedora y estuvo llena de entusiasmo. Se quedó con el brillo de estrellas como Lady Gaga, Kate Perry o Jennifer López, que actuaron en la ceremonia. Una que fue eminentemente auditiva y no visual. Las máscaras, las protecciones, el gélido ambiente… nada estaba especialmente colocado para ser visto pero sí para ser oído. 

Probablemente, la escucha es la actividad más discreta que existe. Tanto que es casi un acto pasivo o, en palabras del filósofo y musicólogo Peter Szendy, «una manera de estar ocupado que parece destinada a pasar desapercibida». Ciertamente, no oímos a alguien que escucha. Y, sin embargo, cierto misterio se cifra en ese acto. Ninguna imagen del Capitolio fue tan poderosa como la que hemos imaginado en nuestras mentes gracias a las palabras de Amanda Gorman. «Siempre hay luz si tan solo somos lo suficientemente valientes para verla. Si tan solo fuéramos suficientemente valientes para serla (…) o regresaremos a lo que fue, sino que nos trasladaremos a lo que será un país magullado, íntegro, benevolente pero audaz, feroz y libre».

«La inteligencia es ante todo saber oír y escuchar, esto es, asimilar», explica Ramón Andrés en El mundo en el oído. Amanda Gorman lo hizo carne ayer y el mundo lo vio.

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