THE OBJECTIVE
Natalia Angulo Haynes

La valla de la vergüenza

Para acceder a Melilla se debe cruzar una doble alambrada de espino, una zanja de tierra de dos metros de profundidad y una pista de seguridad repleta de puestos de vigilancia.

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La valla de la vergüenza

Para acceder a Melilla se debe cruzar una doble alambrada de espino, una zanja de tierra de dos metros de profundidad y una pista de seguridad repleta de puestos de vigilancia.

Para acceder a Melilla se debe cruzar una doble alambrada de espino, una zanja de tierra de dos metros de profundidad y una pista de seguridad repleta de puestos de vigilancia con perros entrenados antes de toparse con la famosa y mal llamada valla que es en realidad una alambrada metálica de doce kilómetros y siete metros de altura repleta de cuchillas, una barrera física de separación entre personas con derechos y sin derechos. Si se consigue franquear, hay otra valla con un entramado de estacas de diferentes alturas y a estas medidas hay que sumar alarmas, focos cegadores, cámaras móviles, el sistema de agua a presión con pimienta, los helicópteros de la policía, torretas de vigilancia etc . De los 250 inmigrantes subsaharianos que han intentado entrar este lunes a España solo 150 han conseguido superar la valla, este nuevo muro de Berlín que impide huir de la miseria y que los encarcela y condena a la esclavitud del hambre. 

El delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani insiste en su condena hacia aquellos que respaldan el quebrantamiento de las mismas fronteras ya que de acuerdo con un informe confidencial de la policía española 30.000 personas esperan alrededor de Melilla y Ceuta para intentar cruzar la valla. Delincuentes que intentan entrar a un sitio donde no se los quiere,ya nos olvidamos históricamente del exilio republicano que repartió compatriotas españoles por Europa e Iberoamerica, gracias a dios que no pusieron cuchillas ni alambradas alrededor de sus fronteras tampoco Alemania, Suiza, Reino Unido, Venezuela… y se nos olvida también que actualmente hay cerca de dos millones de españoles residiendo en el extranjero.

Que fácil es cuando se ven las cosas desde el lado bueno y nos parece justo levantar un nuevo Muro de Berlín para mantenerlos, a «ellos», fuera. Yo como ciudadana del mundo que soy no creo tener mas derecho que otros a tener un futuro y una vida digna solo por la casualidad que marca el nacer sobre una tierra y no sobre otra, no creo que el color de mi piel tampoco me de mas derechos que otros a no morirme de hambre y considero que dentro de algunos años se estudiará esta época con vergüenza, como se estudia el holocausto, y se la llamaran la valla de la vergüenza. A mi ya me avergüenza ser la parte impasible de una sociedad indiferente al dolor ajeno que levanta alambradas de cuchillas en vez de levantar los brazos para acoger y consolar.

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