THE OBJECTIVE
Alfonso Basallo

León come mártir

Pero nosotros somos occidentalitos responsables y sensatos, voyeurs de pan y circo, y nuestras simpatías por Asia Bibi tienen un límite. Aplaudimos su valentía y nos compadecemos de su suerte. Pero tanta coherencia nos resulta molesta: es un reproche mudo contra nuestras componendas y nuestros pactos.

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León come mártir

Pero nosotros somos occidentalitos responsables y sensatos, voyeurs de pan y circo, y nuestras simpatías por Asia Bibi tienen un límite. Aplaudimos su valentía y nos compadecemos de su suerte. Pero tanta coherencia nos resulta molesta: es un reproche mudo contra nuestras componendas y nuestros pactos.

Dice el Papa Bergoglio que ahora hay más mártires que en la Roma de los Césares. Se estima que entonces fueron asesinados 4.000 cristianos. Ahora entre 100 y 150 millones están siendo perseguidos por su fe, en China y otros países comunistas y sobre todo en tierras musulmanas (lo que ya incluye a la propia Europa), singularmente Oriente Medio y África.

Mas la percepción que el occidental medio tiene del mártir es difusa y confusa. Hasta que llega un rostro, un nombre y unos apellidos: como el de la cristiana paquistaní Asia Bibi, casada y madre de cinco hijos, condenada a la horca por blasfemia.

Es el icono vivo de la persecución. Y nos emociona su historia –cinco años entre rejas por negarse a abjurar de su fe-, y también la meritoria labor de la plataforma Maslibres.org para salvar a esta madre de 5 hijos. De momento, la condena a la horca ha sido suspendida y se abre una puerta a la esperanza.

Pero nosotros somos occidentalitos responsables y sensatos, voyeurs de pan y circo, y nuestras simpatías por Asia Bibi tienen un límite. Aplaudimos su valentía y nos compadecemos de su suerte. Pero tanta coherencia nos resulta molesta: es un reproche mudo contra nuestras componendas y nuestros pactos.

Enfermos de alzheimer -dos mil años de alzheimer- hemos olvidado qué es un mártir, y nos preguntamos si la señora Bibi no habrá llevado las cosas demasiado lejos, y no acabamos de pillar la diferencia entre el mártir y el suicida.

¿La hay? Chesterton: “El mártir es un hombre que se preocupa a tal punto por lo ajeno, que olvida su propia existencia. El suicida se preocupa tan poco de todo lo que no sea él mismo, que desea el aniquilamiento general”.

Pero me temo que todo eso no va mucho con nuestro colaboracionismo. Demasiada agua de Vichy.

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