THE OBJECTIVE
Fernando L. Quintela

Lo he vuelto a hacer

¿Acaso piensas que en su cabeza pulula algún pensamiento que no sea el que genera la adrenalina en estado puro? Adrenalina es emoción, es libertad. Quisiera ser este hombre con forma de ángel para borrar de mi cabeza todo lo que no sea puro, fresco, provocado por la libertad.

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Lo he vuelto a hacer

¿Acaso piensas que en su cabeza pulula algún pensamiento que no sea el que genera la adrenalina en estado puro? Adrenalina es emoción, es libertad. Quisiera ser este hombre con forma de ángel para borrar de mi cabeza todo lo que no sea puro, fresco, provocado por la libertad.

Cualquiera que esté malacostumbrado a leer lo que escribo cada martes, estará esperando alguna historia relacionada con Africa, con el ébola, con el religioso enfermo y repatriado desde Liberia. Alguna batallita relacionada con Sierra Leona, con Lunsar, con el Convento de la Clarisas mexicanas donde he pasado más de una noche, mecido por la paz a la que la hermana Elisa te transporta. Donde ahora duermen casi escondidos más de un cooperante español sin saber qué hacer y con el miedo metido en el cuerpo.

Pero no, hoy no voy a escribir de eso, no os voy a contar cómo de «seguros» pueden estar unos ciudadanos asustados que consideran el ébola una maniobra política o una maldición de los dioses. Es tan difícil su contagio que al final es muy sencillo. Basta una conversación.

Quisiera ser este hombre que vuela en Kosovo. Quisiera ser él por lo que representa de libertad. ¿Acaso piensas que en su cabeza pulula algún pensamiento que no sea el que genera la adrenalina en estado puro? Adrenalina es emoción, es libertad. La que no tienen esos hombres y mujeres de los que hoy no voy a hablar, esos que están presos, muchos sin saberlo, de una enfermedad que no les va a dejar volar en libertad, porque les va a quitar la vida. Y la ciencia, la medicina, sin soluciones del todo fiables.

Quisiera ser este hombre con forma de ángel para borrar de mi cabeza todo lo que no sea puro, fresco, provocado por la libertad. Quisiera ser él para sentir lo que se pueda en esos 22 metros de caída libre y después en el impacto con el agua gélida. Un Bautismo de oro que quizá pudiera aportar claridad.

Los ciudadanos de los pueblos donde asoma el ébola no pueden dar este salto. El miedo les atenaza y el agua, casi con toda seguridad, les contagia.

Quisiera ser este hombre y también quisiera ser el resto. Por si a través del desconocimiento pero desde la intención fuese capaz de hacer algo. Se merecen nuestra atención. Este hombre que hoy digo que quisiera ser un día no pudo volar, era Kosovo. Hoy ya puede. Un día, pronto, los hombres del ébola podrán volar.

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