THE OBJECTIVE
Rafael Timermans

Los pecados de la carne, la versión de la OMS

Las reacciones al comunicado de la Organización Mundial de la Salud sobre la carcinogenicidad de la carne han pasado de la incredulidad, pensando que se había adelantado el día de los inocentes junto con el cambio de hora, y la burla franca según han ido pasando las horas.

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Los pecados de la carne, la versión de la OMS

Las reacciones al comunicado de la Organización Mundial de la Salud sobre la carcinogenicidad de la carne han pasado de la incredulidad, pensando que se había adelantado el día de los inocentes junto con el cambio de hora, y la burla franca según han ido pasando las horas.

Las reacciones al comunicado de la Organización Mundial de la Salud sobre la carcinogenicidad de la carne han pasado de la incredulidad, pensando que se había adelantado el día de los inocentes junto con el cambio de hora, y la burla franca según han ido pasando las horas.

En una breve nota de hoja y media nos informan, a toda la humanidad, que las carnes procesadas en cualquiera de sus formas, ahumadas, en salazón, curadas, fermentadas, o tratadas de cualquier forma para aumentar su sabor o conservarla pasan a ser clasificadas como “Carcinogénicas para humanos”.

Intentan tranquilizarnos, sorprendentemente, explicando que eso quiere decir “solamente”, que existen pruebas suficientes en humanos de que su consumo puede producir cáncer colorectal. Que no es para tanto.

Bueno, ahora nos sentimos mejor. O quizá no. Porque resulta que lo equiparan en ese grupo a los efectos del tabaco, o al efecto del amianto como cancerígenos demostrados. Lo que en el fondo relativiza estos tóxicos evidentes.

Y para tranquilizar más a la población, o quizá no, nos explican que no es lo mismo la fortaleza de la evidencia científica sobre sus efectos cancerígenos, que la probabilidad de producir cáncer después de consumirla.

No sé si habrán tranquilizado a catedráticos, profesores y Jefes de Servicios Médicos de Hospitales Grandes y Medianos. Pero sospecho que el resto, incluso a pesar de comprender lo que nos quieren decir, pensamos que alguien se está volviendo loco. O que quiere distanciarse de la población. O que quiere que los demás nos volvamos locos. O algo de algo.

Porque además, por si alguien intenta esquivar los efectos perjudiciales de la carne en conserva, tan maligna, y prefiere tomar carne roja, quizá hasta sangrante, alejada de los conservantes malignos, y de las llamas, incluso de superficies calientes cuyo contacto, según explica en su hoja de “Preguntas y respuestas”, produce productos químicos carcinógenos con nombre y apellido, como las “aminas aromáticas heterocíclicas”, han clasificado a la carne roja como “Probablemente carcinogénica para humanos”.

Toma ya. Es decir, que existen pruebas, bien es cierto que limitadas, de que la carne de cualquier mamífero, incluida la de vaca, ternera, cerdo, cordero, caballo y cabra, produce cáncer en humanos. Especialmente de colon, de páncreas y de próstata.

Tal y como se están poniendo las cosas, entre la carne que produce cáncer, y las frutas y verduras y vegetales que deben ser “ecológicos”, signifique lo que signifique eso, y “naturales”, esto se trata ya de una conspiración vegano-ecológico-animalista.

Intentaré leer más sobre esas pruebas tan evidentes y que de momento lo que han conseguido es la chirigota del personal. Estaremos atentos a la aparición de nuevos estudios. Y especialmente, tranquilizaremos a los que se hayan podido alarmar en la confianza que se debe tener por la “ciencia”.

Yo que, igual que mi padre se enfadaba cuando veía que se alababan las virtudes del pescado azul, cuando en su niñez por tierras jerezanas se le consideraba malo frente al pescado blanco, a veces me altero con los cambios de opinión de los científicos, intentaré relativizar en lo posible hasta que la evidencia se asiente.

Dejemos que la ciencia avance, despacio, sin estos sobresaltos. Que la “evidencia” sedimente. Mientras tanto yo intentaré comer variado, de todo, y de momento incluiré carne roja y procesada en cantidades limitadas.

Ya noté hace unos años, y lo he considerado prueba fehaciente de lo mayor que soy, que cada vez me gusta más el pescado. Pero sin pasarse, que todavía me queda algún episodio. Con carne.

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