THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

Los restos del naufragio

Impresiona cuando son 51 de golpe los que aparecen muertos. Como empieza a impresionar ahora la huida de los sirios, que no ha comenzado ayer, o la reiteración de ataques racistas y xenófobos en Europa. En Alemania dos nazis llegaron hace dos días a orinar sobre un niño de cinco años en la calle.

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Impresiona cuando son 51 de golpe los que aparecen muertos. Como empieza a impresionar ahora la huida de los sirios, que no ha comenzado ayer, o la reiteración de ataques racistas y xenófobos en Europa. En Alemania dos nazis llegaron hace dos días a orinar sobre un niño de cinco años en la calle.

La foto de Darrin Zammit estremece. Y eso que es sólo la vista, porque no se percibe la humedad y no nos llega el olor. Son los restos de un naufragio más que engrosará la lista infinita e ignominiosa de tantos nadie que tras morir la vida perecen en busca de una existencia digna. Una foto más. Y las que quedan, mientras el primer mundo ande a lo suyo, pendiente de las bolsas, las troikas, los mercados y las mandangas.

Impresiona cuando son 51 de golpe los que aparecen muertos. Como empieza a impresionar ahora la huida de los sirios, que no ha comenzado ayer, o la reiteración de ataques racistas y xenófobos en Europa. En Alemania dos nazis llegaron hace dos días a orinar sobre un niño de cinco años en la calle.Se les presta atención cuando son muchos, o cuando la crueldad es extrema. Ocupan el escaparate unas horas y pronto se sustituye la imagen, y lo que es peor, la memoria, por un rifi rafe entre políticos de tercera o por alguna caída de la bolsa, que siempre se recupera para beneficio de los grandes dejando por el camino a algún inversor mediano o pequeño, que también son parte del juego.

Los restos de los enseres y las ropas que nos trae la imagen son una muestra más de la ignominia. Fueron encontrados en la costa italiana. Zarparon de Libia. Los organizadores del barco, previamente, saquearon a los muertos y les sacaron lo que no tenían por embarcarles hacia la muerte. Hoy zarparan más barcos, repletos de seres humanos. Unos llegaran. Otros muchos se quedan por el camino, y el Mediterráneo o el Atlántico se los comerán sin que nos enteremos, porque ningún periodista llegará a tiempo. Así es la vida de los nadie. Peor que su muerte.

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