THE OBJECTIVE
Matias Costa

Los señores de la tierra

Un millonario nunca lleva dinero encima. Por eso lo van a hacer con polímero, para que dure más y después de nosotros puedan manosearlo muchos otros creyendo también que es suyo

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Los señores de la tierra

Un millonario nunca lleva dinero encima. Por eso lo van a hacer con polímero, para que dure más y después de nosotros puedan manosearlo muchos otros creyendo también que es suyo

El dinero es una ficción. Todos sabemos que un verdadero millonario nunca lleva dinero encima, no conoce su olor, su tacto, ni la angustia que provoca su vacío en el bolsillo. La verdadera riqueza está donde siempre ha estado: en la propiedad y explotación de la tierra. Inglaterra va a fabricar su dinero en material plástico, un derivado del petróleo cuya producción está en manos de una decena de multinacionales (BASF, Dow Chemical, INEOS, etc.) que facturan entre todas alrededor de 1 billón de dólares anuales. Ellos son los que tienen el monopolio del dinero con el que nosotros creamos nuestra pequeña ficción, pasa por nuestras manos pero no nos pertenece, nos lo prestan. Por eso lo van a hacer con polímero, para que dure más y esté más limpio, para que después de nosotros puedan manosearlo muchos otros creyendo también que es suyo.

Dinero de Monopoly, un juego que tiene su origen en otro anterior llamado The Landlord´s Game, inventado en 1902 por la estadounidense Elisabeth Magie. La intención de Magie, defensora de la ideología política y económica del Georgismo, era demostrar mediante el juego los efectos económicos negativos del monopolio de la tierra, y la necesidad de un impuesto único sobre la propiedad como solución. Henry George proponía un solo impuesto proporcionado a las rentas de propiedad y la abolición de impuestos sobre el fruto del trabajo. Magie era consciente de que dichas rentas enriquecían al propietario y empobrecían al resto de la sociedad y creía que si un niño se percataba de esta injusticia jugando, llegaría a la edad adulta con la sana intención de repararla.  Lo que ocurrió, sin embargo, fue justamente lo contrario: la compañía Parker (hoy Hasbro, el mayor fabricante de juguetes del mundo), pagó 500 dólares a Magie por los derechos del juego, que posteriormente convirtió en el actual Monopoly cambiando sus reglas y su filosofía. El juego, como todos sabemos, alienta el monopolio de la tierra, premia la especulación y castiga al que se empobrece. Su autora nunca se benefició del éxito millonario del juego, ni mucho menos logró despertar conciencias.

El primer billete de plástico, por cierto, tendrá la imagen de Winston Churchill, otro defensor del Georgismo. Quizá sea un buen momento para revisar esta teoría económica y su viabilidad en este pavoroso comienzo de siglo.

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