THE OBJECTIVE
Gabriel González-Andrio

Maratón en Alepo

Son jóvenes que deberían tener toda la vida por delante, y sin embargo no saben si el mañana existirá para ellos. Viven al día, con lo puesto. Corren para olvidar, para intentar cambiar una realidad que hace mucho que es una pesadilla interminable.

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Son jóvenes que deberían tener toda la vida por delante, y sin embargo no saben si el mañana existirá para ellos. Viven al día, con lo puesto. Corren para olvidar, para intentar cambiar una realidad que hace mucho que es una pesadilla interminable.

El fotógrafo Mahmoud Hebbo ha captado una imagen que sin duda dará la vuelta al mundo.  La escena no tiene despercidio. Un grupo de jóvenes rebeldes aprovechan un alto el fuego para desfogarse participando en una surrealista carrera por el barrio de Bustan al-Qasr, en Alepo (Siria).
Los improvisados dorsales que llevan colgados, la ausencia de ropa deportiva,  los rostros esforzados y alegres, todo parece sacado del guión para una película. Pero no, es real. Unos combatientes que cuelgan sus Kalashnikov por unas horas para competir.
Me hubiera gustado estar allí en ese momento, para constatar que todavía queda ilusión, humanidad, en los corazones de estos jóvenes. Personas que –sean del bando que sean- que viven a diario el horror de las bombas, los hospitales de campaña sin medios adecuados, la pérdida de familiares, hijos o amigos.
Son jóvenes que deberían tener toda la vida por delante, y sin embargo no saben si el mañana existirá para ellos. Viven al día, con lo puesto. Corren para olvidar, para intentar cambiar una realidad que hace mucho que es una pesadilla interminable. Quieren soñar con un futuro mejor, pero saben que hoy les basta con mantenerse con vida entre los restos de sus casas en ruinas. Su meta es la supervivenvia.
Son muchos los que huyeron a campamentos de refugiados, pero los que se quedaron saben lo que les espera este invierno: hambre, frío, dolor, muerte. La guerra, la violencia, el odio, los crímenes que se perpetran por unos y otros no son más que un fracaso de la humanidad.
Querría pensar que la cercanía de la Navidad –tiempo de paz y esperanza- es una buena ocasión para guardar las armas, liberar a presos, terminar con las matanzas de inocentes, etc. Quiero pensar que en esos corazones endurecidos hay una pizca de humanidad, de amor hacia los demás (muchos de ellos bebés, niños y adolescentes).
Quizá esté pidiendo demasiado, pero soñar es gratis. 
Y me gusta soñar.

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